“Es la muerte a pellizcos”, lamenta un reconocido hostelero que no quiere decir su nombre “porque para qué me voy a señalar más. Vamos al desastre. El centro da miedo y pena. Sucio y abandonado; una pena”.
Las grandes marcas comerciales continúan marchándose del centro, poco a poco. Muchas ya lo han hecho. La última, Calzedonia y otras, ya preparan las cajas para abandonar la calle Larga.
Las firmas se van, las pequeñas hacen lo que pueden e intentan sobrevivir entre carteles de ‘Se alquila’ o ’Se vende’ mientras, a duras penas, llegan clientes para ir pagando.
Jerez ofrece algunos servicios que dejan mucho que desear, como la limpieza. El Ayuntamiento debe millones de euros a la empresa concesionaria. Cuando no pagas a una empresa durante un año y, además, se le acaba la concesión, poco se puede exigir cuando la primera morosa es quien gobierna.
Aumentan los aparcamientos de la zona azul, el servicio de autobuses incumple los horarios, suben los impuestos a las empresas, la inseguridad se dispara, los pedigüeños se multiplican en los focos turísticos. El caldo de cultivo es preocupante.
Los habitantes y asociaciones del centro lo tienen claro: "Si no se para esta sangría volverán las tiendas de campaña a las puertas del Consistorio antes de lo que pensamos. Es cuestión de tiempo porque se ve venir".