''¿Los Pregoneros dejan de serlo?'' por Álvaro Ojeda

Probablemente, yo jamás seré pregonero de nada en esta ciudad; ya lo fui en Oviedo, y en Guadalcacin, y tanto el teatro como la capilla de la universidad no salieron ardiendo, así que esas sensaciones ya las he vivido: sobreviví y son chulas; la llamada de los medios, la previa, los regalos, los aplausos y las emociones que provocas en la gente que va a escuchar... 

Pero si hay algo que probablemente me quede con las ganas de vivir aquí, será el encuentro de Pregoneros. Qué cosa más bonita tiene que ser sentirse el elegido y que atriles con sabor a los setenta u ochenta te cuenten cómo entraba el sol por las vidrieras de San Miguel, o cómo olía el patio de butacas del antiguo Villamarta. ¡Cosa más grande!

Pero a lo que voy: qué bonito tendría que ser acudir como ex pregonero a una cita donde la vida te recuerda que fuiste parte de la historia de esta ciudad. ¡Qué bonito sería ver a todos los que nos contaron las historias de aquellas primaveras, acudir a esa cita siempre que una causa de fuerza mayor no lo impidiese.

Creo, que en la foto del otro día faltan muchos, muchísimos Pregoneros, que podrían haber acudido al acto, desde mi punto de vista, el más bonito de cuantos puede tener el Pregonero en las vísperas.

Y a la pregunta que encabeza este articulo... ¡No! No dejan de ser Pregoneros quienes no acuden a ese almuerzo. ¡Claro que no! Pero el que no acompañe al nuevo, creo que no sabe sacarle brillo a eso que Dios le regaló aquella Semana Santa, y los regalos, sobre todo si te los concede 'el Jefe', hay que cuidarlos y no arrinconarlos en el oscuro trastero de la memoria.