Este pasado jueves, el doctor en filología árabe Raad Salam Naaman dio una charla en Los Claustros que, en teoría, iba a tratar sobre yihadismo. En teoría, porque aquello se convirtió en una lluvia de falsas verdades -vamos, mentiras- sobre el Islam. Nacido en Iraq, el doctor obtuvo en calidad de disidente político el asilo en España en los 90. Perseguido por el régimen de Saddam Hussein, y en calidad de cristiano practicante de su religión, desde entonces reside en nuestro país. Su familia ha sufrido la persecución por parte de Daesh, el autoproclamado califato terrorista y genocida, que ha acabado con varias decenas de consanguíneos del ponente. Es, así, una víctima de la terrible y enferma guerra de Oriente Medio.
Quien quiera, tiene la posibilidad de encontrar en youtube varias charlas de Naaman. Especialmente clarificadora resulta la entrevista que le hicieron en su día en el canal Intereconomía. Naaman ha sido candidato del partido político Vox, que para quien no lo conozca, se sitúa a la derecha del Partido Popular. No es la primera vez que asisto a una conferencia de militantes de este partido, pues algunos intelectuales han formado parte de sus listas. Y sus argumentarios me parecen reflejo de una corriente de opinión que no es tan minoritaria como pareciera, aunque en cualquier caso la mayoría de personas que simpatizan con esta formación optan por otras papeletas. Todo esto según el CIS, vaya. Me gusta hablar con gente que piensa diferente, siempre que cuenten con argumentos. Sin embargo, lo que presenciamos los asistentes a esta conferencia nos dejó a casi todos con la boca abierta.
Naaman asegura que no es islamófobo. Lo dice porque -fobos signifca ‘tener miedo a’, y que él no tiene miedo. Esta intepretación del término la saca del griego, pero según la rae, significa ‘rechazo’ o ‘aversión’. Y fue un claro ejemplo de que muchas de las cosas que dijo en su conferencia no son más que interpretaciones interesadas. Vaya por delante que la libertad de expresión apenas debe conocer límites, por eso mismo, creo que me ampara para opinar que Naaman es islamófobo.
Dijo, por ejemplo, que el Islam tiene seis pilares, como seis dogmas o mandamientos, entre los que se encuentran peregrinar una vez en la vida a La Meca o dar parte del salario a los pobres. En realidad son cinco, pero él interpreta que existe un sexto que es el de hacer la yihad. Además, dejó a los asistentes sin dar una explicación concreta de qué es la yihad para todo aquel que no sea un radical: yihad puede signifcar hacer la guerra santa, pero también ser cada día mejor musulmán. Además, leyó pasajes del Corán y de la Sunna que no son más que las traducciones vigentes para los radicales. La Biblia católica, por ejemplo, no es la misma que la Biblia de los ortodoxos ni la de los Evangélicos. El cristianismo cuenta con muchísimas divergencias. De unos mismos hechos se han extraído interpretaciones absolutamente contrarias porque la religión ha ido de la mano del poder. No se explica, por ejemplo, el protestantismo sin el contexto político mundial de entonces.
Tenemos montones de ejemplos de sociedades islámicas que no son sociedades teocráticas. Tenemos ejemplos de sobra, como los movimientos del socialismo árabe -que derivó en dictaduras de sátrapas, cierto- que son hijos de sociedades islámicas. Hay partidos representados en los parlamentos árabes que abogan por la asunción de principios laicos, y quienes lo promueven son musulmanes. ¿Qué tiene que ver la sociedad marroquí con el Daesh? Nada de nada. ¿Qué tienen que ver Irán y Arabia Saudí? Nada de nada. El doctor Naaman aprovechó el absoluto desconocimiento existente sobre el Islam para tratar de imponer la idea de que el Islam es, en sí misma, una “ideología del odio”, según sus palabras. Si estudiásemos el cristianismo sólo a través de unas traducciones interesadas de sus textos, ¿a qué conclusión llegaríamos? Expresiones históricas como la Inquisición, las Cruzadas o el Ku Klux Klan son también hijos del cristianismo, ¿sería mínimamente justo juzgar a un cristiano por ello? En absoluto. Por supuesto que hay un problema, el radicalismo bajo diferentes expresiones dentro del Islam, pero esta realidad se debe tratar también desde la perspectiva de la desigualdad social, los intereses políticos geoestratégicos y el fracaso de los intentos de crear sociedades democráticas en algunos países árabes. Sin olvidar tampoco que se han derrocado y machacado líderes laicos por intereses económicos. Estudiar las causas, los porqués, no va a llevar nunca a justificar las consecuencias. Es decir, entender de qué es consecuencia el Daesh no nos va a llevar a pensar que es normal que una mínima parte de los musulmanes entiendan estos actos como admirables, ni mucho menos, sino a evitar que esta percepción siga ganando adeptos.
A diferencia de Naaman, yo creo en un mundo en el que la paz es posible. Lo sé porque conozco a musulmanes que se sienten cómodos respetando y cumpliendo nuestras normas de convivencia. Lo sé porque, con sus luces y sus sombras, el gobierno de Marruecos, por poner el ejemplo más cercano, no es connivente con el terrorismo. Lo sé porque hay miles de millones de musulmanes en este mundo y sólo unos pocos asumen la yihad como guerra santa. Lo sé porque hay millones de musulmanes que se encuentran en el punto de mira del Daesh y que jamás asumirían con normalidad su vida en un estado teocrático y terrorífico.
Para ser religioso, basta con creer. Para deslegitimar a una religión entera como hizo el jueves Naaman, es necesario, al menos, usar argumentos de peso. Y este hombre, a diferencias de las decenas de personas cuya forma de pensar es diferente a la mía y a cuyas ponencias he asistido, no cumplió con unos mínimos estándares de estudio científico -de ciencia social, vaya- para decir lo que dijo. Lo dijo en unos Claustros de reminiscencia mudéjar, en una ciudad como Jerez, cuyo patrimonio debe tanto a los musulmanes. En este rinconcito del viejo Califato de Córdoba, de cuando los musulmanes hispánicos eran vanguardia del progreso, de la ciencia. Es un ejemplo secular que no deberíamos borrar, que es nuestra historia. Un ejemplo de que no todo el Islam ha sido, ni es, ni será, lo que Naaman dice.
En el escaso turno de palabras que concedió, varios musulmanes, algo enardecidos pero en cualquier caso respetuosos, contestaron a su visión del Islam con otras palabras del Corán, defendiendo la paz interreligiosa. Fueron ellos quienes se llevaron los aplausos. Hacia Naaman, desdén mayoritario. Fue ejemplo de que el diálogo a veces vale mas que la mentira.