Muros y puentes

07/10/17 +Jerez Juan Félix Bellido
Os puedo prometer, y les ruego que me crean, que me había propuesto a mí mismo no escribir sobre Cataluña. Y estaba decidido a hacerlo. De hecho, hasta había abandonado este rincón de +Jerez en el que iba visitando periodísticamente algunos lugares que merecían la pena visitar en esta tierra nuestra. Y a lo mejor era el hartazgo, la sensación de tapadera a otras cosas más importantes que nos afectan, la cara de tonto que se me pone cuando me marean, o quizás el miedo. Era consciente de que dijera lo que dijese o escribiera lo que escribiese u opinara lo que opinase, las tortas me caerían a chaparrones.  O era la sensación de barullo confuso que ya me tenía hasta el moño cada vez que delante del televisor escuchaba a un político, fuese de donde fuese y ya estuviese situado en un extremo o en otro. Posiblemente era la constatación de que si decía que aquí parece que no hemos salido de la edad de piedra, la gente se rasgaría las vestiduras –todos- con tal de no admitir que ni unos ni otros somos capaces de ponderar los juicios, manejar las palabras con acierto, e intentar entendernos. Y los gobernantes echando leña al fuego, de una parte y de otra, no hacían más que acrecentar el incendio. Y al final ya no sabías qué pensaba realmente la gente. Porque razonar en este río revuelto es harto difícil y yo tengo la manía de querer comprender las cosas desde su fondo y hacer la prueba del 9 para que las cuentas me salgan ajustadas. No había conversación con los amigos o los colegas en la que no saliera el tema catalán. Resultaba del todo inevitable, como lo era que las posiciones se encontraran y chocaran. No había manera de superar los prejuicios, de razonar con cierto grado de objetividad y de alejarse de la agresión verbal y volver sin remedio al punto muerto, pero mucho más cabreado que cuando empezamos a hablar. Y la razón y el entendimiento, y toda suerte de capacidad de escucha o de análisis ponderado se iba a por uvas. Así que al final la madeja se enredaba hasta el extremo. Y lo peor de todo es que cuando dos trenes chocan, los destrozos son incalculables para ambas partes. Y así sucedía con mis amigos, cuando en presencia de este convidado de piedra, que era yo, se tiraban los trastos a la cabeza. Y sin desplazarme a Cataluña, entendía perfectamente que las cosas fueran como son. “Somos una democracia madura”, decía un tal el otro día en la tele. Hombre, tenemos avíos para serlo: Constitución –que, por cierto, no son las tablas de Moisés-, estatutos de autonomía, poder judicial, parlamento, pero me temo que nadie nos ha enseñado a hablar entre nosotros y a escucharnos y, mucho menos, a entendernos. La conversación acaba como el rosario de la aurora. Vuelvo a casa triste y agotado y sin querer andar este camino embarrado, sin nadie que quiera buscar una vía posible, me topo dándole la razón  al matemático y físico británico Isaac Newton, que así se expresó hace casi 400 años: «Los hombres construimos demasiados muros y no suficientes puentes».
Advertisement

Xerezmania Producciones S.L. ha sido beneficiaria del Fondo Europeo de Desarrollo Regional cuyo Objetivo es mejorar el uso y la calidad de las tecnologías de la información y de las comunicaciones y el acceso a las mismas y gracias al que ha implementado: Desarrollo de app móvil para la mejora de competitividad y productividad de la empresa. Esta acción ha tenido lugar durante 2018. Para ello ha contado con el apoyo del programa TICCámaras de la Cámara de Comercio de Jerez