Los calores apremian y nuestros pasos se
dirigen al litoral –que tenemos mucho y bueno en nuestra tierra- en busca del
alivio de las brisas marineras y del frescor de las aguas que bañan nuestras
costas. El verano es tiempo de ocio, de sol y playas, de tregua en el trabajo y
recuperación de fuerzas. Y en esta búsqueda. Hoy queremos venirnos a orillas
del Atlántico, cerca, muy cerca de la desembocadura del Guadalquivir y en una
bahía llena de luz. Y ante tanta oferta y tan buena, elegir el difícil. Hoy, en
estas columnas elegimos Rota. Una villa marinera en la provincia de Cádiz que
goza de una privilegiada situación. A pocos kilómetros de la bahía de Cádiz, al
suroeste de Andalucía occidental y bañada por el océano Atlántico, este balcón
al mar, es considerado un lugar privilegiado para el veraneo.
Dieciséis kilómetros de playas de finas
y doradas arenas, disfruta, nada más y nada menos, que de 3.200 horas de sol al
año, uno de los máximos valores de la península. Dieciséis kilómetros que
ocupan sus cuatro playas: el Rompidillo-Chorrillo, la Costilla, Punta Candor y
la Ballena. Las tres últimas, galardonadas un año más con la Bandera Azul de
los Mares Limpios de Europa. Pero es que, lucen también la preciada enseña el
puerto deportivo y pesquero Astaroth, situado en pleno corazón histórico y el
Centro Medioambiental de la Forestal.
Venir a Rota es venir a disfrutar del
sol, de estas limpias aguas atlánticas, de su rica gastronomía y de un enclave
privilegiado, con pocos pero importantes monumentos históricos, que harán del
visitante las delicias. Y no sólo nos referimos a su Castillo de Luna, hermosa
enseña del siglo XIII, o de la parroquia de Nuestra Señora de la O, frente al
Castillo, en un bello conjunto que se asoma con señorío a la Plaza Bartolomé
Pérez, nos referimos taimen a monumentos naturales, algunos de los cuales
también están cargados de historia, como sus famosos Corrales de Pesca,
ubicados muy cerca de la playa de Punta Candor y declarado monumento natural.
Allí, gracias un arte que juega con las mareas, se pesca desde tiempos
inmemoriales. El paraje merece la pena visitarse. Y no quedará defraudado el
visitante por un entorno natural que, a duras penas, ha conservado sus esencias
más auténticas. Muy cerca de allí, conocerá estas artes antiguas de pesca y
este entorno, presidido por un conservado cordón dunar y por unos pinares que mantienen
la fisonomía del paisaje y la genuinidad de estas costas, conocerá digo, fauna
y flora también en el recién inaugurado Centro de Interpretación del Litoral
“La Plazoleta”, que puede visitarse.
Desde allí, los paseos paralelos al mar
son una delicia. El de la Costilla se ha visto este año ampliado gracias a la
instalación de una pasarela de madera que partiendo precisamente d la Forestal
llega hasta la playa de Piedras Gordas. Los paseos marítimos de la Costilla,
del Rompidillo, que en breve se verá ampliado, los llevan a unas playas limpias
con variados y estupendos servicios que nos harán disfrutar del mar con mayores
comodidades y mayor seguridad.
Y si a restaurarnos toca, la amplia
gastronomía de base marinera y con el aporte de unas huertas donde crecen
hermosos tomates y toda clase de verduras con las que aderezar los platos, nos
permitirán gustar unos platos de antiguas raíces que forman parte de la cultura
vital de estos pueblos costeros. El pescado, frito o cocinado, se recibe a
diario en la lonja que la Cofradía de Pescadores mantiene viva en el Puerto
Pesquero. La urta a la roteña es el emblema de esta Villa y si nuestros pasos
se encaminan a Rota n Agosto, la podremos disfrutar a placer en una feria
veraniega y peculiar, como es la Fiesta de la Urta, en la segunda semana de
agosto, en plena temporada, cuando la población crece en vida y espectáculos.
Un verano cultural bien cuidado nos permitirá un espacio de ocio y diversión en
los atardeceres y en las noches de refrescante brisa, casi todos los días.
Rota, un balcón al mar, para que este
verano repongamos fuerzas y saboreemos un tesoro natural que está al alcance de
nuestras manos. Y así, paliar los calores en esta costa que no sin razón, se ha
denominado Costa de la Luz. A pocos kilómetros otros atractivo que servirán de
complemento y enriquecimiento esta temporada de tregua y de descanso.