El ‘meneíto’ o la prueba de la ceniza

31/08/17 +Jerez Juan Ignacio López

Es algo que oímos a menudo. Cuando no es por un conocido, es por medio de las redes sociales, o en comentarios de barra y café, o por alguien que lo sufre a diario: el mal estado, en ocasiones lamentable, del pavimento en algunas calles de Jerez.  

Un recorrido en coche por ciertas rutas del centro, a día de hoy no hubiera superado ni por asomo la ‘prueba de la ceniza’. Aquella que realizaban en el viejo anuncio de Citroën. En el spot, un señor con gafas y bigote montaba en los asientos traseros del vehículo y se encendía un habano. Quien conducía iniciaba un recorrido en el que no faltaban curvas pronunciadas y, cómo no, algún que otro bache.

El ‘gancho’ del popular anuncio consistía en que, por mucho bache que cogiese, la prestigiosa suspensión de la automovilística francesa impedía que se desprendiese la ceniza del puro que el peculiar pasajero llevaba entre sus dedos. Ficción, exageración o, sencillamente, ingenio creativo y publicitario (aunque afirmaban que se trataba de una prueba realizada ante notario).  

Hacer esta misma prueba, hoy por hoy, por Corredera hacia Plaza Esteve, continuando por Santa María, Cerrón hacia calle Arcos y algunas más, sería todo un desprestigio para promocionar una buena amortiguación. El estado de la calzada de adoquín deja mucho que desear. Algo que comprueba a diario y enerva a la mayoría de quien tiene la osadía de elegir una ruta en coche, furgoneta, autobús o motocicleta por estas calles.

Hay quien compara el ‘meneíto’ al circular en moto por Plaza Esteve con el rally París-Dakar, pero el riesgo también acecha al peatón:  

-“Pues se cayó y se partió la rodilla. La han tenido que operar”.
-“Aterrizé por culpa de una losa mal puesta”.
-“Pues que me lo digan a mí, que estoy con el brazo escayolado por una caída en la calle con mi nieto en brazos”.  

Comentarios de este calibre (los más moderados, eso sí) circulan por las redes sociales. Gran parte de los casos han acabado en Urgencias por culpa de un batacazo, motivado por las deficiencias del suelo (una arqueta descolocada, parte de una acera levantada, por ejemplo) o su falta de mantenimiento.  

Llegado este punto, lo de siempre: la búsqueda de responsabilidades. Unos achacan lo que catalogan como ‘dejadez’ a la gestión actual del consistorio. Es cierto que es el Gobierno Municipal que esté el responsable de administrar los impuestos que pagamos para que, entre otros asuntos, la ciudad cumpla con una cuota digna en el estado de sus calles. Pero se hace necesario un ejercicio de memoria para comprobar que, independientemente de los colores que gobiernen, el problema no es nuevo. Es de justicia recordar aquella tira cómica del genial Maro, donde dibujaba la ‘Plaza Taladro’, en lugar de Aladro, llena por aquel entonces de socavones como para hacer un rally. De aquello hace treinta años, si no más.  

Jerez ha asistido en las cuatro últimas décadas al asfaltado sobre el viejo adoquín, al levantamiento posterior de ese asfalto, tras los conocidos parches con aglomerado, y vuelta a empezar, “que el adoquín es muy bonito”.

Conviene recordar la tortura que suponía rodear la rotonda del Minotauro. Entre la pendiente y el adoquín, aquello resultaba una experiencia de lo más cercana al ‘Tren de los Escobazos’ y más de un contribuyente acabó en el taller para cambiar los amortiguadores. Eso sí, terminaron asfaltándolo.  

El problema no es nuevo, pero la falta de una inversión contundente para adecentar algunas de las arterias del centro con más tránsito, convierte la experiencia de la conducción, y a veces del paseo a pie, en un auténtico martirio.

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