Ya es primavera y los libros invaden
las aceras, salen a la calle y ocupan los espacios de las plazas. Aquí y allá,
donde aún queda sensibilidad por la cultura y ha quedado un residuo
presupuestal, se celebran el Día del Libro o las Ferias del Libro; ese objeto
tan pintoresco para algunos y tan exótico para otros que se acercan a él como
quien de paso por París no quiere dejar de echar una curiosa ojeada al Louvre,
no vaya a ser que le achaquen catetez algunos conocidos si no cuenta a su
vuelta que, cara a cara, contempló a la Giocconda.
Y
dado que para algunos, entrar en una librería es como profanar un sagrado
misterio, los libreros, en un último esfuerzo por poner las cosas fáciles, los
sacan a la orilla de la calle, exponen sus cubiertas al sol –valor hay que
tener con lo que come el sol la mala tinta que hoy se usa en ellas- y te
invitan a comprar con descuento un producto que “¡vengan y vean! ¡ni muerde ni
hace daño!”, mintiendo al respetable descaradamente o, por lo menos, ocultando
una realidad evidente. Es verdad que no hace daño, ni muerde, pero que es
materia peligrosa, porque enciende las mentes, nos hace más despiertos, nos
proporciona herramientas para llamar a las cosas por su nombre y ayuda a priorizar
razón y pensamiento, contra resignación pasiva, barbarie, encefalograma plano,
achatamiento de todos los relieves y acatamiento, porque sí, de los desmanes de
aquellos que nos mandan. Y si no que se lo digan a los inquisidores de todos
los tiempos.
Pues
eso se pretende el sábado 22 de abril en
Jerez y para eso se han puesto de acuerdo Ayuntamiento, libreros y editores. La
calle larga, de 11,00 a 14,00h se convertirá en una gran librería, animada, eso
sí, con una serie de pasacalles y otras actividades que concluirán en la Plaza
del Banco. Así celebraremos el día del libro, aunque sea la víspera. Los
mostradores llenos de libros nos esperan en esta arteria peatonal y señera de
Jerez.
Perdone,
usted, Don Gabriel [Celaya], pero me va a permitir –que en mi euforia
primaveral y librera- le cite y a la vez tenga el atrevimiento de cambiar unos
versos suyos, con la convicción de que me daría su parecer favorable. “La
poesía es un arma cargada de futuro...”. Desde aquellos años sesenta que me
permitieron conocerle a usted, y a otros escritores de su guisa, transgrediendo
los dictados de los malpensantes de entonces, comparto el pensamiento suyo,
porque, contrariamente al parecer de los iletrados –que tanto abundan hoy-
entiendo lo que es poesía y lo que usted pensaba cuando la escribía. Pero,
permítame que diga, en vísperas del día del libro que “El libro es un arma
cargada de futuro”, y que no podemos dar la espalda a un arma tan eficaz y tan pacífica,
tan creadora de pluralidad y de razón. Y precisamente por eso, “porque vivimos
a golpes, porque apenas si nos dejan decir que somos quien somos”, porque al
jefe de turno no le interesa que sepas demasiado y te enteres de lo que vale un
peine, abril debe de ser un homenaje al libro, a este arma de paz que nos hace
más civilizados. Y yo tengo la esperanza de que se enaltezca al libro; al libro
“cargado de futuro” y al fin y al cabo “arma” para abrir el pensamiento, para
hacernos más libres, para desterrar el avasallamiento del pensamiento único
que, a la postre, es pensamiento pobre, interesado y estúpido, que conviene
para hacer de los pueblos un rebaño consumista de todo cuanto nos echen al
pesebre.
La
batalla contra la pretensión de hacernos
un pueblo borreguil alimentado con una salsa
rosa de tintes surrealistas que nos tiene entretenidos con cuatro
zarandajas que nos ocultan paisajes más humanos, a beneficio de cuatro
vividores y algunos listos que nos quieren negar el jamón pata negra afirmando
que a nosotros nos gustan las lentejas: el libro, el libro que en esta
primavera se asomará a la calle, saldrá de las librerías, bajará de los altos
estantes y se nos pondrá al alcance de la mano. En ellos encontraremos paisajes
nuevos, caminos que recorrer, nuevos vuelos a nuestra imaginación,
contemplación de la belleza e historias para vivir más veces nuestra
existencia. En ellos hallaremos raíces, verdades históricas, contrastados
pensamientos, conoceremos mejor nuestro entorno, nos explicaremos mejor
nuestras propias acciones... En ellos podremos elegir, tendremos razones
críticas para ampliar el horizonte de nuestras opiniones, conoceremos a otros
hombres y mujeres... Los libros, que merecieron el índice, el destierro y la
quema de los absolutismos de todos los tiempos, por ser un instrumento de
libertad que ponía en evidencia la torpeza de algunos, y el miedo a la verdad y
al conocimiento.
Es
abril, y de justicia era acercarse a los libros, dado que ellos salen a nuestro
encuentro en muchas de las plazas andaluzas. Los libros, los plurales libros.
Todos los libros, los del norte y los del sur, los de oriente y los de
occidente, los de arriba y los de abajo, los de derechas y los de izquierda,
los blancos y los negros... todos los libros. Porque el contraste es sano y
hace civilizados a los hombres. Abril: ¡Felices libros!