Qué trabajito olvidarte, Migue Benítez

Qué trabajito cuesta olvidarte, Migue. El Vente Pa’ Jerez hace ya una semana que puso fin a su tercera edición y, sin embargo, todavía muchos garrapateros siguen rememorando lo que ocurrió en la Sala Paúl. De los chistes a la poesía; del rock al flamenco jondo; del cante en un escenario al cante en la calle... Es lo que lo diferencia de todos los demás, la mezcla de estilos, la fusión: El Podenco.

Sí, con chistes comenzó el acto más íntimo en la Sala Paúl. Si fallaba algo, se arreglaba enseguida con improvisación. Diego Pozo dio muestra de ello acompañando con su guitarra un recital poético; es un genio y durante aquella noche incluso algún garrapatero quiso llevárselo a casa para que comiera con él todos los días. ‘El Ratón’ le advirtió de que no era consciente de lo que estaba proponiendo entre bromas y desde encima del escenario.

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La poesía tuvo su momento con Eduardo Ruiz; los garrapateros del mundo se dejaron ver en el pequeño escenario llegados desde diferentes puntos de Andalucía, Extremadura o Madrid; y la exposición de arte garrapatero dejaba con la boca abierta a más de uno a pesar de ocupar un pequeño espacio.

Faltaba solo rezarle al Dios Migue Benítez. Y así se hizo desde el escenario más amplio de la Sala Paúl a través de su música. La reunión de artistas era tan espectacular como las letras del malogrado cantautor de Los Delinqüentes. Las canciones no paraban en ningún momento y ‘er Migue’ parecía estar en el escenario. Se pasaba de un estilo a otro sin importar nada. Del rock, al flamenco y luego fusión de ambos. The Beattles, El Capullo de Jerez y Las Gipsy Rock; mucha garrapata sobre el escenario.

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No valía con tener a un candidato al Goya como Quiñones, a Migue Jiman o a El Capullo de Jerez sobre el escenario. Lo que identifica a esta reunión es que si dentro hay música, fuera también. Las canciones más populares de Migue Benítez se cantaron a coro y con la ayuda de una guitarra en el patio de la Sala Paúl, estuviera sonando dentro quien estuviera sonando y ya fueran 3 o 30 los que cantaban.

Y con el recuerdo y la sonrisa se fue desarrollando otra noche en la que la luna no estuvo sola. El jardín estuvo repleto, las guitarras sonaron más fuertes que nunca y las estrellas jugaron agarradas a la cola del satélite al que Migue le escribía. 

La diferencia es la esencia de este encuentro, que volverá el año que viene para ofrecer algo similar y, sin embargo, vivir otra cosa completamente diferente a todo lo anterior. Cada uno a su estilo, pero todos juntos. Porque el Vente Pa’ Jerez es un sentimiento ¡GA-RRA-PATERO!