Mi amiga de Tarifa me dice que el levante sopla en
el estrecho. Así que aunque desde ayer por la tarde haya nuevo gobierno, en
cuestión de vientos todo sigue igual. Aquí hace sol y salgo a dar un paseo por
la calle. Me encamino al tabanco. Allí todo el mundo habla de la sesión de
investidura de ayer.
“Un teatrillo de pueblo –comentaba Julián-, todos
con su papelito, hablando cada uno solo, que parecía un monólogo a seis o siete bandas. Que hoy lo de debate
sólo está en el nombre. Nadie debate. Cada uno monta su circo y se lo arroja al
otro a la cabeza”.
Y Luis se altera rememorando las expresiones del
diputado Rufián. “De la comedia al drama, del drama al esperpento y al final un
sainete”. Pues estos son los políticos que nos toca padecer, pienso yo. Ojalá
sienten cabeza todos y emprendamos la tarea de dignificar el parlamento, de
dignificar la democracia y que el que quiera jugar que se vaya al bingo y el
que quiera payasear que se emplee en el circo. Así lo expreso en voz alta desde
la mesa en la que estoy tomando mi copa de amontillado. Y Luis, que está
acodado en el mostrador del tabanco, toma al vuelo mi comentario. “Pero, ¿Quién
cree en la democracia si cuando se ejerce, se le llama golpe de estado? Aquí,
cuando no sale lo que nos gusta, nos echamos al monte”.
“Y las cadenas televisivas –vuelve Julián al ataque-
haciendo el agosto. Los contertulios, cada uno con su tema, y nosotros como
idiotas delante de la caja tonta. ¡Que hay más tertulias que en un viejo casino
de pueblo! Y a entretener a la gente con el comentario; a un público que está
hasta las narices, esperando que nuestros representantes hagan de una puñetera
vez algo para mejorar nuestras vidas o, por lo menos, para no empeorarla; y que
venga una hornada menos choriza que la que hemos tenido”.
Y que hoy, que me he levantado una hora más tarde,
traiga nueva luz al día y ya que las mayorías obligan al pacto y al acuerdo,
que empleen esta circunstancia, que hemos querido los ciudadanos, para bien de
todos.
Bueno, pues ya tenemos presidente de gobierno, así
que a escuchar las loas al desbloqueo, aunque mi amiga Paquí me insista en que
sigue haciendo levante en el estrecho y que en Tarifa no se puede pasear por la
calle sin arriesgarse a que te lleve la ventolera.
“A ver qué pasa ahora –concluye Julián- y a quien le
echan las culpas de su incapacidad para trabajar en serio y sacar este país
adelante” A la espera estamos, con la poca esperanza que ya nos queda. Ustedes
dirán.