La necesidad de los políticos

02/10/16 +Jerez Antonio Aguayo
Hace casi un año que los españoles estamos sin gobierno, y la verdad, casi nos habíamos acostumbrado. Los comercios han seguido abriendo todos los días, los supermercados no se han quedado desabastecidos, no hemos pasado hambre (algunos), hemos podido seguir saliendo a la calle sin un peligro superior al de hace un año. No ha aumentado la delincuencia, la policía sigue velando por el orden establecido. Los jueces siguen impartiendo justicia, en su línea habitual. El profesorado sigue tratando de enseñar a su alumnado, dentro de lo que es posible con la actual Ley de Educación. En fin, todo ha seguido dentro de la normalidad más absoluta, lo cual tampoco quiere decir mucho. Todo era tan “normal” que hemos llegado a plantearnos la posibilidad de prescindir de los políticos y nos ahorrábamos unos buenos euros.

Pero estos, días un brusco golpe de realidad ha venido a despertarnos de nuestro sueño. El secretario general de un partido político, teóricamente de izquierdas, elegido por primera vez en unas primarias, con el voto de la mayoría de los militantes, se creyó legitimado, no sólo para gobernar su partido, si no incluso, para intentar gobernar el país. Le dijeron:

Tienes que pactar con estos señores, que son los buenos, y además son de derechas.
Pero es que yo creí que nosotros…, además estoy hablando con estos otros…
De eso nada. Tu haces lo que te decimos y en paz.

Por otro lado, el reventón de la clase, el empollón, que siempre ha sacado muchas matrículas y que todo el mundo le ha dicho que era el más listo, el más guapo…, también le dijo lo que tenía que hacer, y además como lo tenía que hacer:

Quiero, quiero, quiero…
Pero hombre, ¿tu no eras de los mas demócratas?
No tienes ni idea de nada, y tu que sabes lo que soy yo, ni te imaginas…

El pobre secretario general de un supuesto partido de izquierdas perdió las votaciones, como estaba previsto por todo el mundo. Cometió errores, graves, algunos imperdonables, sobre todo para sus colegas. En las elecciones, un señor que hacía de estatua, y no sabemos si subía o bajaba la escalera, ganó las nuevas elecciones, que hubo que repetir.
¡No es no! Y el señor secretario general se lo creyó. Y pensó: Como la estatua no tiene mayoría, ahora es la mía, y puedo pactar con los otros, que son de izquierdas, o eso dicen, y hago un gobierno, dejando a mas de uno con un palmo de narices. Cuando sea el jefe a ver quien me tose. Mis colegas, aunque me tienen un poco de tirria, no se van a atrever a destrozar el partido, sería un suicidio político, que no favorecería a nadie, salvo a la estatua.

Pero el asesor de Gas Natural y su intrépida émula no podían permitir tamaña felonía, y salieron en tropel para evitar un gobierno de izquierdas, faltaría mas. Cual generales de una república bananera, dieron un golpe de estado que acabó con las ilusiones del díscolo e ingenuo secretario general de un partido supuestamente de izquierdas.

Reflexionando un poco nos preguntamos: ¿A quien ha favorecido el golpe de estado? La intrépida émula ha salido totalmente quemada para unas cuantas décadas, y con peor fama que la serpiente del Paraíso. El partido, ha quedado dividido y roto. De nada han valido 130 años de democracia frente a la ambición y al temor de un gobierno de izquierdas. ¿Qué tenía que perder el asesor de Gas Natural de un gobierno de izquierdas?

Si no ha favorecido al partido supuestamente de izquierdas, ni a los golpistas, que durante muchos años van a quedar en la oposición, ¿quién manda realmente en los partidos políticos? Es evidente que los políticos no.
Llegado a este punto queda patente que los políticos son realmente necesarios. Hay que poner cara al poder.
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