'La soledad del hermano mayor' por Andrés Cañadas

Seguramente, a estas alturas, ya todos ustedes sabrán que una hermandad se quedó sin procesionar este lunes en el cortejo de la Patrona, por falta de 'quorum' entre sus hermanos. Tan solo dos aparecieron por el Claustro de la Merced. Uno de ellos, el hermano mayor, quien entre sonrisas de medio punto, tuvo que aguantar estoicamente, la vergüenza que los suyos le estaban haciendo pasar, ante la sorna más cruel de los que atónitos, flipaban con lo que estaban viendo.

Publicidad Luego, la noticia corrió por la fila como un reguero de pólvora, mientras -imagino- los mensajes a los móviles de los miembros de la susodicha junta de gobierno, tuvieron que ser de lo más calentitos.

Publicidad Y como chascarrillo, todo esto está muy bien. Requetebien. Pero... ¿alguien se ha parado a pensar en el sapo que se estaba tragando el hermano mayor? ¿Alguien ha sido capaz de ponerse en el sitio de quien tiene a la soledad como única compañera fiel durante cuatro años? ¿Alguien se cree libre de verse algún día, igual que se vio este solitario hermano mayor este pasado lunes?

Los que alguna vez han sido -o son- hermanos mayores de su cofradía, seguro que entienden bien esto que contamos. No hay soledad más dura, ni desagradecimiento más intolerable.

Publicidad Luego, obviamente, habrá que buscar causas, culpables.. e incluso otras eventualidades en esta historia. Pero lo único cierto, es que el estandarte de esta cofradía fue miserablemente abandonado por todos -menos por dos-, y todavía habrá quien se sienta feliz con lo sucedido.

Publicidad Pues no. Las hermandades no son esto. No deben ser esto.