La crónica: Tantos partes... para nada

¡Lo que son las cosas! ¡Tantos días teniendo claro que llovería, y que este año  no tendríamos Lunes Santo, que cuando llegó el día, y el celeste del cielo se convirtió en compañero de las cofradías, todo el mundo siguió preguntando por la hora a la que llovería! ¡Inaudito!

Pero no llovió. Y no llovió, simplemente, porque hizo una tarde perfecta. Algo fresca, pero llena de luz, sin viento, y desprovista totalmente de riesgo al agua, lo habitual cuando no hay ni una nube sobre nosotros. ¿Cuál es entonces el problema? Los móviles, está claro, aquellos que no nos permiten disfrutar de la Semana Santa, sino sufrir con ella.

Así que quien se dedicó a sufrir, se perdió la estampa sobria y solemne de la Hermandad de la Viga, cofradía que ha recuperado con evidente acierto, el monte de piedra para su Cristo, y la reubicación de los hachones del paso, como se perdió también, detrás, a la Virgen del Socorro, en un palio que ya ha conseguido tener un público fijo. También se perdió la hechura de cofradía arquetípica que trae cada año desde La Plazuela Amor y Sacrificio, hermandad que sigue a lo suyo, y que también ha conseguido crear momentos que llenan de público las aceras, en Sol y Angustias, Carcauel y San Miguel.

Momentos que componen un rosario de estampas no por repetidas, menos intensas, como las que Candelaria y Cena son capaces de regalarnos cada Semana Santa, así como la Hermandad de la Paz, tres cofradías que eso sí, nos han provocado ya la difícil disyuntiva de la elección, y es que si se las quiere ver en su momento álgido del regreso, o vamos a un sitio, o vamos a otro, y eso tiene una mezcla de agrio y de dulce, absolutamente cofradiero, porque si se quiere ver todo -algo imposible- hay que correr de lo lindo.

En definitiva, un Lunes que al final se puso bueno, a pesar de los meteorólogos de ocasión que tanto abundan en estos días, en el que, como último apunte, habría que revisar por parte de las juntas de gobierno, si quieren que sus pasos caminen como caminan, sobre todo los palios. Y es que esa afirmación de que en Jerez todos los pasos andan bien, quizás haya quedado un poco obsoleta.