A Francisco Palacios 'El Pali', el trovador de Sevilla

24/06/15 Flamencomanía Juan Villagrán

Hablar de la figura de Francisco Palacios, es tarea difícil, te tienes que someter primero, a esos grandes latigazos que te da con su estilo a la hora de cantar sus sevillanas, luego llega la calma la paz y el sosiego, para poder perderte en el horizonte del pensamiento sin que te quiebre un murmullo tan siquiera. Y te dejas llevar con el pensamiento, sobre los cerros deshojando margaritas por los caminos del cielo. El Pali, que vestía primaveras midiéndole todo el cuerpo.

Ese gran tenor  de las  sevillanas. Ese trovador de Sevilla, Paco Palacios “El Pali “que sabía decir como nadie ese lamento del cante,  en clave de sevillanas, El Pali, que con la forma que tenía de decir ese grito, hasta el mismísimo Guadalquivir se retorcía  camino de Sanlúcar. Y se tienen que descorrer las cortinas de los grandes ventanales, de estos hermosos ventanales que da a esa calle de la vida que, en su seductor ropaje, hay mil mentiras disfrazadas.

Y hoy quiero abrir mi puerta, tu puerta. Abrimos las ventanas, que entre esa luz del día arrolladora y deslumbrante, y venga el tiempo que venga, nos sentaremos  para pensar y recapacitar en esta conversación, esta charla que tú (si lees esto) mentalmente tienes conmigo. Por eso me quedo con esa voz, con ese estilo, con esa forma de cantar-hablando de “El Pali”. Me quedo con esa su forma  soberana que tenía a la hora de encajarse sus gafas “culo botellas”, que era única. Me quedo con su forma de hacer su poesía, por ser cantor y trovador de un pueblo- que bien poco le dio-, trovador de un pueblo-así lo calificó otro grande de las letra, Antonio Burgos-, “El Trovador de Sevilla”, voz sonora, que desde que cantó por primera vez, enamoro a Andalucía.

El Pali, caminante de caminos, siempre inmenso, siempre grande, penetrando siempre en los sentidos de una niña llamada Sevilla. Su Sevilla, Triana su Macarena su Cachorro y a esa Maestranza mirándose en los espejos del río. Siendo su ilusión y poniendo toda su alma también cuando cantaba a toda su tierra del Sur y linderos más allá. El Trovador de Sevilla, trovador nacido en una tierra que no cierra ni un cerrojo, trovador de un pueblo que a veces se sabe defender en los ventanales del olvido, trovador de los andares de una gitana  morena de luna y de raza.

Es el cantor, el poeta y tenor de la mirada limpia y serena la que se recrea en las calles a la que tanto y tanto canta. Y es que cuando llega una primavera, se nota el vacío de su voz, de su estilo, de su pregón hecho cante…de ese piropo lleno de sal. Por eso cantaba aquello que decía…” Vámonos pa la feria cariño mío/ y después de la feria para el Rocío”. Sevillanas alegres que llevaban antigüedad y nacimiento de corrales. Por todo eso perdía el sentío, por todas esas cosas de su tierra hasta perdía los andares la madruga, de cómo él las vivía. Luego va y dice…

” Siempre he sido trovador
de las cosas de Sevilla
de las Plazas de su río
y de su gente sencilla”.

Siempre grande y agradecido para con la tierra que le vio nacer. Nunca dejó de cantarle, al rociero, al peregrino, al emigrante, al boyero y sus bueyes, al tomillo y al romero, a la jara…tanta y tantas cosas, que sería interminable. Su homenaje siempre fue su cante, expresando su sentimiento en clave de piropos en cuatro palos de sevillanas con sabores de Andalucía.

Pero él seguía cantando para que con su cante confundir a la noche por su calle Betis, diciendo aquello..

“No hubo nunca en Triana
loza más fina
que la de las hermanas
Justa y Rufina"

Sevillanas  para el recuerdo, sevillanas con sabor a calle Betis,  a ancla y barquilla cuando anclaban en su orilla, sevillanas de aquel Altozano que bajo naranjos se dormían los duendes en gestos de enamorados. Ese era El Pali, cantor de lo popular y artista grande entre los grandes. Aún se sigue columpiando el aire allá por los Alcázares, cuando se oye la voz de Paco Palacios “El Pali” en esas sevillanas, que decían más o menos...

“Pidiendo de puerta en puerta
por Trajano o Santa Clara
con un niño de la mano
y la cara sonrosada"

Y así desgranaba su cante, dejaba caer sus piropos, duende de sus calles, porque la figura de “ El Pali”, sigue  hoy, como la mancha de aceite, es también como el trigo y la albahaca, como el clavel  y el sarmiento, como el olivo y la caña que al nacer dejó la savia…POR LA TIERRA QUE MAS QUIERO.

Paco Palacios…siempre grande, siempre en mi memoria…el Pali.

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