Sólo cuatro artistas

06/03/15 Flamencomanía David Montes

Cuando se hacen las cosas con el corazón, y además se tienen unos cimientos artísticos sólidos y fraguados a base de respeto a las estructuras y cánones básicos que dan soporte al flamenco, es imposible no encontrar el camino adecuado para poder realizar un espectáculo como el que realizaron David Carpio, Manuel Liñán, Pablo Martín-Caminero y Manuel Valencia, en la Sala Paúl, como apertura de la antepenúltima jornada del Festival de Jerez, donde bajo un ambiente minimalista demostraron que juegan en otra división diferente al resto, y que son auténticas primeras espadas de sus disciplinas flamencas.

Interaccionando entre ellos sin estorbarse en lo más mínimo, este espectáculo pone a prueba el arte de la sencillez, o de hacerlo parecer sencillo que es aún más difícil, porque hasta para salir de un escenario hay que saber marcharse, maridando secuencias y palos de forma natural, sin complicaciones, y ahí es donde radica la grandeza de ‘Solos’.

‘Solos’ es una apuesta básica de cante, baile y toque, de guitarra y contrabajo, no hay mas, no hay otra cosa que nos distraiga la atención salvo cuatro sillas de enea donde cada uno de ellos esperaba su turno, para formar un dúo, un trío o un conjunto coral, al tiempo que disfrutaban de sus compañeros en el mismo escenario.

Destacar alguna pieza por encima de las demás, sería ser totalmente injusto con un espectáculo redondo, donde el Carpio rompe el silencio para dar inicio al espectáculo con una soleá, en la que un contrabajista de clásico y del País Vasco, si, Pablo Martín-Caminero, hace sonar tan flamenco su instrumento, que por momento parece una guitarra con tres bordones de mas, por ejemplo, y que rematan los cuatro con Manuel Liñán embutido en una bata de cola negra. “¡Vaya cuarteto!” se escuchó en el patio de butacas.

A partir de ahí, nervios fuera y a disfrutar. La batalla tenía a un escuadrón de los mejores espartanos del flamenco actual para afrontar el envite. Manuel Valencia se faja en solitario con una minera-fandango de ‘giraldillo’, que prosigue Pablo Martín dando la intro a unas malagueñas del Mellizo que cantó David Carpio junto a Manuel Valencia, antes de marcarse unos tangos junto a Manuel Liñán formando un ‘taco’ importante. La simbiosis Carpio-Liñán, Liñán-Carpio, van más allá del mero acompañamiento cantaor y bailaor porque el Carpio es de esos pocos artistas que canta delante y acompañando sin que unas formas interfieran en las otras.

Por siguiriyas, entramos en la parte más visceral de ‘Solos’, junto con unos pregones, carceleras y tonás, que se merecieron un bis en toda regla. ¿Por qué no se hace nunca un bis en un espectáculo flamenco? Esta pieza es para enmarcarla y para decirle a aquellos que piensan que ya estaba todo inventado lo mucho y muy bueno que se pierden por pensar así.

¿Creen que es imposible que un contrabajo haga falsetas por bulerías? Pues va a ser que se equivocan. Y si ya Manuel Valencia se enfunda del aroma de Moraíto, pues ya me dirán ustedes cómo puede acabar la historia, pues como empezó, volviendo a la reina de los cantes, a la soleá, y a la bata de cola de Liñán, y marchándose cada uno como llegó, haciendonos perder ya la razón y arrancando del asiento a quien todavía no se creía lo que estaba viendo.

Enhorabuena.

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