Dos gallos con la silla delante

Los Conciertos de Palacio han llegado a su fin, y David ‘El Galli’ y Moi de Morón han sido los encargados de clausurar el ciclo más íntimo que tiene el Festival de Jerez, donde el cante y el toque se ofrecen de forma natural, sin conservantes ni colorantes. Y ellos, sabedores que no son muchas las ocasiones en las que son protagonistas, como nos explicaron en la rueda de prensa, pusieron la silla en la primera sesión de la jornada del festival en un lugar donde nadie les tapaba la visión, y se acompañaron con la guitarra de un magnífico Paco Iglesias, que hizo de tripas corazón para estar con ellos.

No es habitual verlos cantando delante sino dentro de las escoltas que llevan para su baile primerísimas figuras de la punta y el tacón, por la que tantos deberían pasar antes de echar la silla hacia delante cinco metros, por lo que la expectación que generaron fue importante y la sala noble del Palacio de Villavicencio, presentaba un ambiente de grandes ocasiones y no defraudaron en absoluto.

Tanto en los cantes que realizaron mano a mano, como en solitario, dejaron muestras y credenciales del por qué de su reclamo por bailaores de apretadas agendas durante el año, si bien en esta ocasión tocaba dejar esas formas que condicionan al cante de acompañamiento para centrarse en lo vivido y aprendido en sus largas trayectorias profesionales.

De forma conjunta, abrieron plaza, mano a mano, con unos pregones y martinetes que cerraron con la letra más clásica de las deblas, para quedarse después El Galli solo ante el peligro, dedicándole su actuación a Miguel Lavi, presente entre el público. Con el Cojo de Málaga en el recuerdo ‘El Galli’ se nos fue al levante, por tarantos y mineras, para atemperar el torrente de su voz, y se acordó de Joselero, el Zurraque y Cádiz en la soleá. Por tientos y tangos barrió para casa, dándoles ese compas despacio y cadencioso que ha hecho inconfundible al estilo moronero.

Agradeciendo a todos los que han hecho posible que pudieran estar en esta “plaza de primera”, Moi de Morón tomó el relevo de su paisano para darle continuidad a la tarde por malagueñas, la grande de Chacón primero y una segunda del Mellizo. Por soleá, tomó de la mano a Juan Talega, Mairena, Fernanda y Joselero y, por siguiriyas, se fajó con el cante del dolor presente hasta la extenuación con el cierre de Silverio, que lo peleó hasta el final, saliendo victorioso del envite.

De nuevo mano a mano, se despidieron por bulerías, alternándose letras y acompasándose de nuevo dentro de esas formas utrero-moroneras, para poner colofón a un magnífico recital de cante de dos artistas que son contadas las ocasiones que tenemos la posibilidad de verles demostrar sus cualidades en formato protagonista.