Honrando a sus maestros, honrando a Cádiz

A Jerez o se viene apostando fuerte o mejor no venir. De eso era consciente José Anillo, y lo dejó bien claro en la rueda de prensa de presentación de su recital de flamenco, que ha sido el encargado de aperturar uno de los ciclos más íntimos y queridos de este Festival de Jerez. Los Conciertos de Palacio, que es como se denomina este ciclo, tienen la particularidad de no poseer megafonía sino que el sonido es completamente natural y, quien entra en el salón noble del Palacio de Villavicencio para encaminarse hacia el escenario, solo tiene como armas para defenderse el compás de los palmeros y una guitarra con la que acompañarse.

Nunca había pisado antes la tierra santa del Alcázar de Jerez pero era consciente de que no había que guardarse nada en el forro de la chaqueta y colocar sobre el tapete negro del escenario a los ases que le avalan el derecho de haberse ganado participar en un festival flamenco que tiene el poder de encumbrarte o mandarte para casa a meterte debajo de la cama. Y eso fue lo primero que hizo, no guardarse nada empezando por quien le acompañaban en el recital. La guitarra la ponía Rafael Rodríguez, toda una garantía de éxito y el compás y los coros se lo pusieron el bailaor Abel Harana y el percusionista Roberto Jaén. Casi nada al aparato.

Puntuales a la cita, enchampelaron unas bulerías con unas cantiñas y alegrías, como carta de presentación, dejando el marchamo gaditano con el que fue a la escuela del flamenco ya impregnado en el ambiente. Las malagueñas, del Mellizo, faltaría más, fueron una lección de control vocal y de tonos. Se nota desde lejos que el cante de atrás es el mejor aprendizaje que se puede tener en estos cantes de fuelle, como decía Tío Antonio ‘Chocolate’, al igual que en la soleá donde la caída melódica que tiene el segundo tercio en Cádiz es tan singular como especial cuando la canta gente que vive mas p’allá del puente de Cortadura y que fueron preludio de una antológica siguiriya que puso al público en pie y provocó la ovación de la tarde. Espectacular tanto José Anillo como Rafael Rodríguez, qué manera de cantar y qué manera de tocar.

Agradeciendo a sus maestros, a todos los que han hecho posible que se haya fraguado como cantaor, empezando por su padre que fue el que le metió el gusanillo en el cuerpo, ya tocaba ir encarando la recta final del recital donde los tientos y tangos junto con unas bulerías en homenaje a Juanito Villar pusieron el colofón justo y merecido que se había ganado a pulso José Anillo en su visita a este Festival de Jerez, por primera vez, cantando delante.

Nos dijo que lo iba a dar todo. No defraudó en absoluto.

Enhorabuena.