Íntimo y personal

Hace ya bastante tiempo que el flamenco se le quedó pequeño a Israel Galván. Su forma de ver el baile está tan avanzada a los tiempos que vivimos que, seguramente, con el paso de los años, quizás seamos mínimamente conscientes de la capacidad creativa que tiene el bailaor sevillano en la actualidad y que le lleva a investigar formas, modos y fusiones en las que todo cobra una dimensión distintas después de pasar por sus manos.

Estrenado en la pasada Bienal de Sevilla, en Fla.Co.Men es una propuesta íntima y personal con la que recorre gran parte de sus últimos diez años de trayectoria profesional, tomándose todas las libertades que estima oportunas para expresar su arte. Sin miedos, sin temor a la crítica, de forma valiente encuentra salida al desierto que él mismo confesó estar atravesando, y en cuyas arenas no era feliz bailando, para poder seguir tomando el arte como manera de vivir.

Con variaciones solo en el orden de sucederse las escenas con respecto a su puesta de largo en el Teatro Lope de Vega, todo gira en torno a la letra “fui piedra, perdí mi centro y me arrojaron al mar y, al cabo de tanto tiempo, mi centro vine a encontrar”. Esa soleá es el epicentro de todo cuanto ocurre, al resumirse en estos cuatro versos toda una vida dedicada a la búsqueda de la felicidad y de encontrar un espacio artístico donde poder desarrollarse