Cuerdas que no solo acompañan

Si no hubieran aparecido los barberos con sus guitarras en el mundo del flamenco ¿qué hubiera ocurrido? ¿Algún instrumento de cuerda habría cogido el lugar que ha ocupado la bajañí? ¿Sería el mundo del cante, el toque y el baile distinto a tal cual lo conocemos hoy? La respuesta estas preguntas nos la ofreció en la noche de ayer Sophia Quarenghi con su espectáculo ‘El Arco Flamenco’ en la Sala Compañía.

La primera actividad puramente musical que ofrecía la III Semana ‘Día Internacional del Flamenco’ en Jerez, nos presentó a una violinista que lleva afincada más de una década en nuestra ciudad y que fue capaz de mostrar la versatilidad de un instrumento de cuerda que es capaz de templar los tonos, y al mismo tiempo aliviar los males del alma, bajo diferentes conceptos.

Sin separarse de la estructura ortodoxa ni los cánones establecidos ni un centímetro, su violín va desempeñado diferentes figuras interpretativas. En las tonás y fandangos, acompañó al cante de Manuel Soto, en la farruca, la vidalita y los tangos, que pueden ver en el video de esta noticia, se tornó en voz cantaora bajo el acompañamiento de Javier Ibáñez y el compás de Carlos Merino y, en las siguiriyas ejerció de fiel escudero de los tercios de Tío José y el Marruro para poner un largo epílogo, tras unas alegrías en solitario de Manuel Soto y Javier Ibáñez, a compás de bulerías y tientos-tangos para los que contó con la colaboración de Felipa del Moreno.

Con ‘El Arco Flamenco’, la música se muestra como el mejor anti estrés que cualquier médico pueda prescribir a un paciente y, en el caso de Sophía Quarenghi, consigue llevarnos por el universo del cante, el toque de acompañamiento y la escolta orquestal de tal forma que, si te dejas llevar por los senderos de su melodía, tienes la sensación de haber visitado un centro de músico-terapia.