El cante de la casa clausura el Otoño Flamenco

La última de las citas programadas por la P. F. Tío José de Paula tenía a Ángel Vargas, uno de los suyos, como protagonistas. El cantaor del Barrio de Santiago, no del Chicle como él mismo dijo, al que estamos más acostumbrado a ver en los balcones que en los escenarios, se acompañó por la guitarra de Domingo Rubichi y, juntos, finiquitaron un ciclo de cante que arroja un saldo positivo en términos generales en cuanto al maridaje de juventud y veteranía que presentaba.

Aparentemente no es Ángel Vargas un cantaor largo, uno tiene la sensación de que solo enarbola el cante autóctono pero no es así. A pelo, a capela, los martinetes fueron el aperitivo con el que Ángel Vargas comenzó la primera parte, que prosiguió por Alegrías y le dio continuidad con la malagueña de Chacón y del Mellizo. Para finalizar, una larga tanda de fandangos fue el cante escogido y que pueden ver en el video de esta noticia. En la segunda parte, tiró de las tarantas y cartageneras, con Manuel Torre presente, la soleá, siguiriyas y bulerías sin salirse del barrio, dejando un recital de ocho palos que es lo mínimo que se le puede exigir hoy en día a quien se quiera dedicar a esto.

Con el arropo de casi todos los suyos, aunque a más de uno no solo nosotros lo echamos en falta, y tras el paso por la puerta de una de las procesiones de gloria que tienen lugar en Jerez en estas fechas, pasadas las diez y media de la noche comenzaba en el salón de actos de la peña este recital de clausura que se encargó Pepe Marín de presentar y de anunciarnos que próximamente se iniciarán los cursos de cante que cada año se organizan en la P.F. Tío José de Paula.