Lo puro está en La Plazuela

La Plazuela, la Galia del cante ortodoxo jerezano, no pudo tener mejor atalaya flamenca que la voz de José Carpio ‘Mijita’ en la noche del pasado viernes en los Claustros de Santo Domingo. Presentando su primer trabajo discográfico, titulado ‘La Plazuela en estado puro’, el cantaor dejó constancia de que aquel niño que participó en ‘las nuevas fronteras del cante’ está llamado a ser uno de los capiteles sobre los se sustente el cante de más añejo sonido, de San Miguel a las Puertas del Sol.

Arropado por la guitarra de Domingo Rubichi y las palmas de Carlos Grilo, Manuel Salado, El Bo y José Rubichi, además de las colaboraciones de la bailaora Carmen Herrera, Capullo de Jerez y su padre Alfonso Carpio ‘Mijita’, y con un patio a rebosar aun cuando el día no fue el mejor que nos pudo regalar la climatología, poder disfrutar del cante, toque y baile de aquí, del nuestro, del que lleva la denominación de origen Jerez, es todo un placer para los sentidos.

Desde la bulería pa escuchá de inicio, hasta la última pataíta por bulerías del fin de fiesta, no se le pudo poner un pero a la presentación de ‘La Plazuela en estado puro’. Con las colaboraciones especiales del baile Carmen Herrera con unos soberbios martinetes, que pueden ver pinchando aquí, o con Capullo de Jerez por tangos, uno de los momentos estelares de la noche llegó cuando, con su padre, dieron rienda suelta a la bulería plazuelera de más alta escuela. Mano a mano, sin más compás que el de las palmas, pusieron boca abajo el patio del Claustro de Santo Domingo, como pueden ver en el video de esta noticia.

Pero no solo de eso estuvo compuesta la presentación. Con la guitarra mágica de Domingo Rubichi, que debería plantearse seriamente meterse en un estudio, el menor de la saga ‘Mijita’ se fajó con una siguiriya que ya quisieran haberla escuchado hace unos días en la Bienal y una soleá donde, como dijo uno del público, “tiene un negro en la garganta”. Con los tarantos y la minera nos recordó que La Plazuela ha tenido mucho que decir en estos cantes de levante a través de Chacón y Manuel Torre y con los fandangos, sacando letras de su cosecha, dejó un marchamo enduendado en el aire que puso el aperitivo justo al fin de fiesta.

Dijo no tener palabras para agradecer el apoyo que le ha dado su tierra y, quizás, somos nosotros quienes no tenemos palabras para agradecer que haya dinastías que cuiden el cante de ayer olvidándose de nuevas fusiones y ritmos, dejando de lado todo aquello que es ‘pan para hoy y hambre para mañana’, permanecer fieles a un estilo de vida que vive de respirar el mismo aire que, generación tras generación, ha hecho posible que dentro de La Plazuela esté ahora mismo el principal afluente del que sobreviva el flamenco de Jerez.

Enhorabuena José.