Y Enrique suspiró ante el Cristo de la Viga..

La fórmula pudo parecerle original a algunos, pero no lo fue. En absoluto. La fórmula del Pregón de la Viga de este año 2014, ya pudo ser apreciada y disfrutada en la Exaltación Eucarística de 2013 en San Miguel, organizada por la Hermandad Sacramental de Santiago, contando con los mismos protagonistas, pero además, buceó sin disimulos en el acto cuaresmal conocido como "Suspiros de la Amargura", organizado cada año por la cofradía de la calle Medina. Sumen a este cóctel, la presencia de Enrique de Mora en el atril, y ya tenemos resuelta la ecuación.

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Y todo, además, sostenido en el soneto. Y nada más. El soneto como meta y como vía. El soneto como instrumento y como fin. El soneto desnudo, puro, descarado y omnipotente, sin más defensa que sus catorce versos consonantes, en cinco series de tres unidades cada una. En total, quince, introducidos todos ellos por una breve reflexión en prosa, quizás un rezo breve, surgido de la voz de Carlos Gonzalo -la voz sin duda, a la que ahora deseamos toda la suerte del mundo en su nueva etapa profesional en Canal Sur Córdoba- y separados entre ellos, por los apuntes musicales que llegaron da la mano del maestro Ángel Hortas.

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Así fue el pregón catedralicio de este año. De este 6 de agosto. Un pregón intimista y en voz baja, que contó con acertada, concisa, y emotiva presentación de José Antonio Segovia Sampalo, y que luego se dedicó a regalarnos las reflexiones del pregonero, sobre el crucificado que mora en el primer templo de Jerez.

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Un pregón exquisito.

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Enhorabuena.