Bailando con el alma

Con una demostración de que el flamenco no necesita de operetas, libros o argumentos, Juan Manuel Fernández Montoya ‘Farruquito’ consiguió en el Alcázar de Jerez exprimir hasta el último aliento la verdad de su baile. ‘Improvisao’, su última propuesta, la que nos dijo que no sabía lo que iba a pasar, solo que iba a dejarse el corazón, sumó un nuevo y rotundo éxito en una noche en la que se dieron cita los elementos necesarios para hacerla difícil de olvidar.

Portando un apellido que “pesa todo lo que satisface”, el bailaor sevillano entra con este espectáculo en un estado de éxtasis donde el cante y el toque son capaces de llevarle a la cima de la expresividad de su baile. Visceral, eléctrico y enduendado hasta el punto de ebullición, Farruquito marca las distancias con el resto de los mortales en un ambiente en el que las cosas van sucediéndose según el estado de ánimo del artista.

De este modo, bajo un formato de solo cante, solo toque y solo baile, vivimos momentos de mucha intensidad, consiguiendo arrancar de sus asientos al respetable incluso hasta antes de finalizar las piezas, como fue en el caso de las siguiriyas de apertura o en las alegrías y cantiñas, para las que utilizó un vistoso vestuario, y los jaleos que fueron la finalización de unos tarantos llenos de compás.

Si a todo lo anterior, le sumamos que contó con la colaboración de Manuel Moneo para bailar las siguiriyas, que pueden ver en el video de esta noticia, con la bailaora Gema Moneo para el cierre de unos tarantos transformados en jaleos y de ‘El Quini’ para cerrar su actuación por soleá, pues ya me dirán ustedes si la tarta que prepararon el cante de Mari Vizárraga, Encarna Anillo, Manuel Zambullo y Pepe de Pura, con el toque de Juan Requena y Carlos de Jacoba y la percusión de Ané Carrasco, tuvo el complemento perfecto y jerezano que necesitaba a su lado Farruquito o no.

Pero la noche no fue redonda, y fue una pena. Es una lástima que el único pero del espectáculo lo volviera a poner el público jerezano. No porque la respuesta a un espectáculo, en el que el papel se agota en diez minutos en cualquier otro sitio, fuera de tres cuartos largos de aforo sino porque el pagar una entrada no da derecho a hacer lo que a uno le de la gana. Hay que saber estar en los patios de butacas, y saber respetar a un artista que está sobre un escenario, ya sea el protagonista o no. Para ver videos de youtube, para estar de tertulia con los vecinos de al lado gritando más que comentando, para irse a la cantina cada 10 minutos, les puedo recomendar algún que otro sitio donde ahora mismo tienen casi todas las mesas reservadas.