Las cosas del Grilo

Con Joaquín Grilo sobre las tablas del Teatro Villamarta, comenzaba a decir adiós la décimo octava edición un Festival de Jerez, que jugaba a caballo ganador programando al artista jerezano como colofón a más de dos semanas de actividad. Y no defraudó. En absoluto.

La empresa no fue tarea fácil, y menos con los detalles de última hora en formato de homenaje a Paco de Lucía, pero en solo diez minutos ya fuimos conscientes que el proscenio jerezano iba a vivir una noche grande de baile, de cante, de toque y de compás.

Rotundo y enérgico cuando el momento lo pedía, y desmayado y vanguardista cuando la ocasión lo requería, desde el inicio quedó demostrada su grandeza bailaora en el zapateado donde el baile era su única armadura, arrancando los jaleos y los oles del respetable, en una clase magistral de la música que atesora en sus pies, sus brazos y su cuerpo. “Este tío es de otro planeta” se oyó por el patio de butacas, y no iban faltos de razón.

Para quien necesita un artista que primero pinte un Velázquez para después tolerarle un Picasso, con Joaquín Grilo pudo disfrutar anoche de lo lindo en el Teatro Villamarta. Tras el recital de pies y movimientos en el zapateado de inicio, tuvo tiempo para regalarnos el baile desmayado que es capaz de ejecutar con un dominio del ritmo y del compás que están a la altura de muy pocos artistas.

Capaz de cambiar el duro cuando quiere, remató una taranta y cartagenera de Remedios Amaya por bulerías donde el teatro acabó entregado, fantaseó con una melodía ‘taurina’ de Dorantes antes de sacar el capote por sevillanas, le dio la vuelta a su baile como a un calcetín en una soleá y unos tangos,  donde salió el Grilo más vanguardista pero sin perder nunca los conceptos ortodoxos del baile masculino, y tuvo tiempo para presentar a sus músicos ejerciendo de director de orquesta con su baile.

Si a todo lo anterior, le añadimos el homenaje rendido a Paco de Lucía, como epílogo de sus ‘Cositas mías’, con una tremenda carga emotiva donde hasta Remedios Amaya acabó llorando mientras sonaban bordones, lloraban primas y una guitarra ascendía a los cielos, en esta ocasión vimos al Joaquín Grilo más personal y cercano, a la persona casi por encima del artista que por algo se denomina el espectáculo ‘Cositas Mías’.