Sin principio ni fin

Tras su exitoso paso por el Festival de Jerez de 2013, donde fue uno de los componentes de ‘Las Cinco Estaciones’ que aperturaba la pasada edición, Marcos Flores llega de nuevo al Villamarta para presentar su última coreografía. Arropado por todos los suyos, el bailaor de Arcos de la Frontera encontró en el coliseo jerezano el calor y cariño de unos jaleos que venían del barrio alto y del barrio bajo del pueblo blanco gaditano.

En Laberíntica, detrás de un final siempre llega otro principio, detrás de una puerta que se cierra hay otra que se abre, detrás de una respuesta siempre hay una nueva incógnita y, detrás del desorden, libre y voluntario, aparece Laberíntica, mostrándonos un Marcos Flores que da un paso más en su evolución bailaora buscando una manera libre de plasmar el flamenco como algo vivo y contemporáneo.

En esta última creación del bailaor arcense, Laberíntica nos muestra un principio en cada final que tenemos frente a nosotros, no hay más que cruzar una puerta, tomar una decisión o realizar un movimiento, para que se nos presente la incógnita de la siguiente acción que, en esta ocasión, viene por quintuplicado bajo un formato demasiado oscuro solo salpicado por detalles que, a veces pasan por imperceptibles.

Marcos Flores no necesita de exornos para sacar el baile que le caracteriza, y cuyos mejores momentos llegaron cuando estuvo en solitario, enfrentándose a sí mismo por tarantos y bulerías. Estas dos piezas ya valen el precio de la entrada, porque él es uno de los agraciados de tener música en los pies y saber sacarle partido pero,  como está siendo constante en este Festival de Jerez, solo la valía del protagonista es capaz de sostener partes del conjunto, teniéndose que separar el trigo de la paja. Coreografías mareantes y movimientos constantes, durante la hora y media de espectáculo, hacen que perdamos la atención en muchos momentos, quedándonos desubicados y sin comprender lo que está pasando en el proscenio del escenario.