Cette émotion appelée flamenco

Esta emoción llamada flamenco, parafraseando la definición de poesía del poeta francés, Pierre Reverdy, es algo más que la mera ejecución técnica de un conjunto de reglas para producir una obra de arte. Es, como señala Reverdy de la poesía, une revelación de algo que llevamos oscuramente en nuestro interior: el cante es expresión de una emoción.

Se dice que el flamenco se escribe con faltas de ortografía y nada es más cierto cuando se entiende el flamenco como emoción. El cante es experiencia inefable y, por eso, inexplicable, como san Juan de la Cruz dice de la experiencia mística: lo sabrá sentir, mas no decir.

Entonces, el cante jondo aparece como un balbuceo, ininteligible para la razón lógica. El flamenco, como la mística, no ha de entenderse distintamente, al modo cartesiano, sino por amor, a oscuras, en la noche. El flamenco es razón sentiente, ordo amoris.

Si Van Gogh expresaba sus más profundas emociones a través de la pintura, la pintura también puede expresar las más profundas emociones del flamenco. Pero pintar la emoción del cante jondo exige ir más allá de una pintura realista, objetiva, figurativa y hacer del lienzo una especie de romance sonámbulo. Más allá de la razón lógica, aparece otra razón, la razón poética, el reino del sueño creador, según la expresión de María Zambrano.

Pintar el duende es pintar el Amor y la Muerte, pinta en rojo y negro. Y es que, como dice Federico García Lorca, el duende, que habita en ese centro del Amor libertado del Tiempo, no llega si no ve posibilidad de muerte.

Es lo que nos presenta ‘Una experiencia plástica del flamenco’, proyecto dirigido por Miguel González, que se añade a la propuesta ‘Flamenco&Sherry Experience’ de José María Castaño o a la mía propia de ‘Flamenco&Philosophy’. En un mundo dominado por el utilitarismo, apelar a lo desinteresado, a lo bello, a la emoción, es un bonito empeño.