Tarde de expectación, tarde de decepción

Plaza de toros de Jerez

2ª de abono

Más de tres cuartos de entrada

Feria del Caballo

10 de mayo de 2013

Toros de Juan Pedro Domecq: descastados y sin movilidad. Faltos de trapío y terciados.

Morante de la Puebla (verde y oro): silencio y ovación con saludos

El Fandi (nazareno y oro): oreja y ovación tras petición

Manzanares (celeste y azabache): dos orejas y ovación con saludos

Se hace un flaco favor a la fiesta al devolver a la expectación creada una decepción aplastante por la ausencia total de la materia prima: toro bravo. Simplemente se pide que haya oponente que suscite la admiración del público por el torero. No es de recibo lidiar una corrida con tanta falta de trapío, tan terciada y descastada. Toritos que deambularon más que embestir por la plaza.

El resultado artístico, para variar en Jerez, más abultado con más ruidos que nueces. Exageradas las dos orejas para Manzanares, algo que no sorprende en esta plaza.

Morante no tuvo su tarde. Sin oponentes se estrelló ante un lote infumable. Solo apuntes al recibir al toro a pies juntos con el capote. Por lo demás, aunque parezca mentira por el momento que atraviesa el torero, solo pudimos disfrutar de cuatro detalles y medio. Ante su segundo se empeñó en sacar agua de un pozo seco. Faena larga con entrega que no tuvo recompensa.

El Fandi, en su línea habitual se lució en su primero por lopecinas con el capote. Luego, espectáculo en banderillas poniendo la plaza en pie. Pares al violín y al quiebro rematando con la carrera hacia atrás hasta parar al toro. Sus dos faenas resultaron un calco por metraje y contenido. Muletazos y más muletazos compusieron una labor interminable para muchos y jaleadas por la mayoría.

Lo mejor de la tarde

Lo mejor de la tarde llegó de la mano de Manzanares, que dibujó muletazos de gran calidad ante un noble toro. Faena de plasticidad con cambios de mano de cartel y toreo en redondo siempre llevándose el toro hacia atrás. Hubo detalles de calidad pero faltaba la emoción del toro, que tuvo fijeza pero fue demasiado pastueño. Dos orejas pedidas con fuerza que el palco accedió a conceder sin dudar.

Ante el que cerró plaza, que tuvo algo más de movilidad, pudo dejar muletazos de largo trazo. Pases de pecho de cartel en una faena basada en la mano derecha. No estuvo acertado, además, con la espada. Supo a poco como toda la tarde, que se diluyó con más pena que gloria con la decepción como denominador común. ¿Volverá a lidiarse una de Juan Pedro el próximo año?.... Lo cierto es que de ésta forma no se levanta el espectáculo, que falta hace.