O Rei Capullo I de Jerez

Cuando uno acude a una cita como la programada el pasado viernes en el Bodegón Rociero de la Calle Circo, tiene que ser plenamente consciente que aquello puede acabar, como dicen los taurinos, “por la puerta grande o por la enfermería”. Expectación, toda la que ustedes quieran y aliciente pues, muchísimo más. Tres de los cantaores con más tirón y carisma de nuestra tierra, capaces de lo mejor y lo peor en un solo segundo, como son Miguel Flores ‘Capullo’, Juan Moneo ‘El Torta’ y Joaquín Jiménez ‘Salmonete’ garantizan el ‘No hay billetes’ en cualquier  recital, concierto o festival como así fue.

Bajo la presentación de Antonio Núñez, el primero en abrir plaza fue ‘Salmonete’ acompañado por la guitarra de Paco Lara. Yendo de menos a más, las alegrías le sirvieron para calentar una voz que recuerda todavía aquella brillantez que el tiempo se ha ido encargando de oscurecer. Tomo el relevo una exigente siguiriya donde se empleó con más raza y genio y en la que trató el cante con más hechura. Por fandangos, marca de la casa, fue su tercera intervención para cerrar con las bulerías que pueden ver en el video resumen del festival. Tras unos minutos de descanso, Juan Moneo ‘El Torta’ tomo el relevo junto con Paco Lara a la sonanta. Más de lo mismo. De menos a más. Se peleó con las alegrías y las soleás antes de entrar dentro de su repertorio habitual recordando los tangos del Pica y sus bulerías con las que ha generado una legión de seguidores.

Dice el refrán que “noches de expectación, son noches de decepción” aunque simpre "hay una excepción que confirma la regla". Menos mal que Miguel Flores “Capullo de Jerez” fue esa excepción e impidió que nos fuéramos con la sensación de que los tres ases de la baraja se marcharan por la puerta ‘de la enfermería’. De la mano de Periquín ‘Niño Jero’ y su escolta habitual, la soleá por bulerías que suele abrir su repertorio habitual se hizo presente y consiguió meter en ambiente a un público que andaba más ilusionado que otra cosa. Fandangos fueron la antesala de lo mejor de la noche y que llegó al ritmo de esos tangos arrumbados que todo el mundo conoce y con lo que ha encontrado en la guitarra de Periquín al compañero perfecto de viaje. Por bulerías cerró su actuación, demostrando una vez más que en ese cante no tiene competidor que se le acerque.

Como es habitual, un mini fin de fiesta clausuró la cita y nos trajo de nuevo a la memoria aquellas Fiestas de la Bulerias donde había cante 'hasta la hora del lechero' y que dejó a más de uno marcándose un replantito mientras salíamos del bodegón.

David Montes
@Flamencomania