Mujer en punto cero

01/05/17 +Jerez Antonio Aguayo
Hay libros que son fundamentales para poder comprender el movimiento feminista, la lucha por la igualdad, la equiparación con el hombre, tanto en derechos como en obligaciones, que es en definitiva el feminismo. Uno de estos libros es el escrito en 1975 por la médica, sicóloga, escritora, pero sobre todo y por encima de todo, feminista egipcia, Nawal El Saadawi. A pesar del tiempo transcurrido el libro, no ha perdido un ápice de vigencia. Es más, considero que la evolución política de los últimos años ha puesto más de relieve, de actualidad, los hechos narrados.
El libro narra la historia real de una mujer, que conoció la autora horas antes de ser ahorcada por haber matado a un hombre. La autora reconoce que este encuentro, esta mujer, le cambió absolutamente su vida, su visión de la realidad, su propia existencia. Aunque ya era militante feminista en el momento de conocer a esta mujer, y había sido represaliada por el gobierno egipcio, la entrevista que le concedió en las últimas horas de su vida, hizo que se replanteara todo, incluida su vida privada. Ella, reconoce, era mucho menos valiente que Firdaus.
La mujer, Firdaus, narra en primera persona su vida, desde que siendo niña sufrió la ablación del clítoris, hasta que se ve obligada a matar a un hombre, a un proxeneta, para defender su libertad, y su vida. Fue un acto en defensa propia. Simplemente fue más rápida que él. Pero en el acto de clavarle la navaja se da cuenta de que no se arrepiente. Que clava el cuchillo una y otra vez con suma facilidad, no en el cuerpo del proxeneta que intenta arrebatarle su dinero y su libertad. Lo clava en la piel de todos y cada uno de los hombres que la han llevado hasta esa situación. En cada hombre que ha visto en ella sólo un objeto, un cuerpo al que violar. Que ha pagado por ello, porque consideraba que estaba en su derecho de poner precio a su cuerpo y  que tenía la obligación de sentir placer por el simple hecho de que le pagaban. Unos hombres que corrían detrás de ella, pero que después se permitían el lujo de espetarle en su cara que ella “no era una mujer respetable”. ¿Acaso es más respetable la esposa sometida al marido sin amor?. Cada vez que descendía su mano con el cuchillo veía a su padre, a su tío, al marido al que fue vendida, al político con el que no quiso acostarse y que por ello fue acusada de traición a la patria.
Reconoce que cuando ve a uno de esos hombres en los periódicos, les escupe, no porque se haya acostado con ellos, era imposible hacerlo con todos, sino por lo que representan.
El médico de la prisión le dice que escriba al presidente solicitando el indulto, a lo cual se niega. ¿Cómo le va a  pedir el perdón, por algo de lo que no se arrepiente, al mayor asesino del país, al que permite que todo esté corrupto? Acepta la muerte como un acto de rebeldía, de coherencia. La matan por lo que significa de libertad, de conciencia para el patriarcado. Y se encamina a la muerte sin miedo. Esa falta de temor, es lo que indigna a los jueces, policías, políticos.
En ningún caso se ve a sí misma como una victima de la sociedad. Se ve como una luchadora, que siempre se ha esforzado por salir triunfante de cualquier situación. Cuando le espetan a la cara que no es una mujer respetable, busca trabajo, con su certificado de enseñanza secundaria y su diploma de ser la séptima mejor nota del país. Entra de secretaria en una empresa. Pero se siente menos libre, más prostituida que cuando ejercía la prostitución Conoce a un hombre, un revolucionario, del que se enamora. El revolucionario le paga con ideas lo que otros le pagaban con dinero, pero no la ama. Se considera superior en su intento de redimirla de una vida a la que el, como el resto de los hombres, la ha abocado. Se enamora dos veces a lo largo de su vida, pero ninguna de ellas es correspondida. El amor, tanto en su adolescencia, de una profesora, como después el del revolucionario, no es correspondido. El amor la hace escéptica, pero, sensible, tierna. Mata por la ternura que toda ella siente hacia la vida. Mata por conservar esa sensibilidad que la hace ser libre, a pesar de todo. ¿Quién te ha dicho que para matar no hace falta ternura? Pregunta Firdaus.
Es, en definitiva, la historia de una mujer, de las mujeres, sea cual sea su credo, nacionalidad o creencia. Es la historia del sometimiento de la mujer por parte del patriarcado. En este caso en un país musulmán, pero que podría extrapolarse a cualquier mujer de cualquier país, con mínimas diferencias.
Una lectura obligada.
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