Historia de las mujeres

Un amigo del que hace tiempo no sabía, y viceversa, lee algunos de mis libros por indicación de un tercero y me escribe un cariñoso e-mail. Entre otras cosas me indica como interesante que dedique un tiempo de mi estudio y publicación a las escritoras que en la historia han sido. Y me pregunta por la razón de estas investigaciones –que ya iluminaron hace años mi tesis doctoral- sobre las mujeres escritoras. Sería largo de explicar, pero sencillo de comprender en su esencia. La razón primera quizás la explique Duby en su Historia de las Mujeres, “en el teatro de la memoria, las mujeres son sombras ligeras” y algunos estamos empeñados en no desterrar la memoria, consciente de que la amnesia, se mire como se mire, es una patología, no una virtud, ni una conquista. También Duby escribe que “la historia de las mujeres es, en cierto modo, la de su acceso a la palabra”. En estos años de estudio, he ido constatando algo que Carmen Martín Gaite refería en su libro Desde la ventana, que “la mujer que escribe tiene que lidiar, por una parte con las pautas literarias, sociales y políticas establecidas por ese grupo dominante [masculino] y por otra con las vivencias del grupo más callado al que ella pertenece”. Quizás por eso no es labor inútil rescatar del olvido a aquellas mujeres que se han atrevido a romper el tabú de escribir en épocas en las que la sociedad las tenía apartadas de este ejercicio y en general encontraban difícil acceso a la cultura. De ahí el loable intento de “reconstruir una historia de la literatura que no silencie la aportación de las mujeres a la cultura”, razón de Perogrullo que así expresa Alicia Redondo. Pues, en eso estamos. Y en base a eso vamos avanzando en una historia más abierta a todos y más real. De hecho, las cotas alcanzadas en los últimos años son más que evidentes. Y todavía en marzo, tomo pie de estos comentarios del amigo recuperado para seguir reivindicando a la mujer de hoy y de todos los tiempos, a las mujeres escritoras y a todas las pioneras que se atrevieron a decir, en un entorno patriarcal, del que aún soportamos las secuelas.