Si quieres ser médico psiquiatra o si lo eres ya,
esta carta es para ti. Tendrás que aprender muchas cosas que te
distraerán de tu objetivo, de aquello que los demás necesitan y
esperan de ti. Aprende entonces a aprender y a olvidar sin olvidar,
para ser siempre tú mismo. Nuestra medicina se desvanece. Los
criterios económicos y políticos entorno a la enfermedad han tomado
la delantera y en muchas ocasiones sentirás que no puedes ejercer
con libertad. Nuestra función es aliviar el sufrimiento humano, no
lo olvides ni te pierdas en el bosque de los detalles. Ninguna otra
especialidad es más dura y compleja, si la ejerces con diligencia.
Delante de ti tendrás a seres humanos sufriendo.
No mentes o cuerpos, o cuerpos y mentes. Eso son
divisiones que conducen al detalle, pero no al encuentro con el otro.
Mira al paciente como si te miraras a ti mismo. No establezcas
ninguna distancia, si puedes. Para ello deberás estar relajado y
conocer bien el oficio. Deberás estudiar siempre. Que no te
avergüence no saber, en un momento dado. Muestra tus dudas, si las
tienes, sé humilde y ocúpate luego de disipar tu ignorancia.
Verás que existen muchas teorías sobre el
funcionamiento de nuestra mente, pero ninguna de ellas puede superar
al entendimiento más hondo de tu corazón en calma y de tu mente
atenta y libre. Debes ir más allá de lo que has aprendido. Entonces
descubrirás cuan cercanos a ti mismo están los psicóticos, los
obsesivos o los melancólicos. Cuando hables con ellos, habla contigo
mismo. Entiéndelos. Entiende cómo el psicótico siente el mundo y
por qué teme sus sentimientos, hasta hacernos creer que no los
tiene, cuando en realidad los tiene en exceso. Descúbrelo. El
obsesivo no es distinto a ti. Mírate. ¿Cuándo dejas de oír tus
pensamientos? ¿O acaso sabes acallar la temible radio de tu mente
para poder ver el mundo y al otro sin su injerencia?
Tu pensamiento se ancla en el pasado y levanta
sentimientos melancólicos o se adelanta al futuro improbable y
entonces palpita con ansiedad. ¿Acaso eres tú capaz de permanecer
atento al momento presente?. Ves, tú también estás triste, a
veces, y otras ansioso.
Todas la enfermedades mentales comparten el mismo
drama en el que vive el hombre corriente: estamos atrapados por la
ficción de nuestra mente. No hay una línea que divida al enfermo
mental del sano mental. Es un gradiente, simplemente. Un gradiente
que marca la intensidad con la que la realidad mental subjetiva, o
incluso colectiva, ha desplazado la realidad más honda, subyacente,
sutil, e irremediable. A esa entidad no se llega pensando. No
intentes definirla, no hables de ella como si se pudiera describir.
Siéntela y alumbra con ese sentir a tu paciente.
Considera a la enfermedad mental como a un ser
vivo, como un fenómeno con vida y anhelos de supervivencia. La
enfermedad mental, ese proceso que nos enajena, se expande sin cesar
y no quiere morir. Si le pones frenos, pautas, constricciones, puede
que juegue entonces contigo a esconderse. Pero volverá más sabia,
más fuerte, más compleja. La mente no puede combatirse con la
mente. Son lo mismo, son la misma sustancia, y te engañará. Si el
paciente no quiere o no está preparado para librar ese combate y
alejarse de los dictados de su propia mente, no podrás curarlo. Sólo
podrás aliviarlo con fármacos, medidas o palabras. Pero jamás te
contentes con eso.
Despiértalo. Compórtate como alguien que sabe,
pues por eso eres médico y psiquiatra, y por eso ha venido a verte.
Nunca juegues a complacer al que ha venido a ti, para así retenerle.
Lo perderás, porque viene a ti para que le cures. Cuando cures a
uno, te tendrá para siempre dentro de sí mismo; y sabrá quién te
necesita y te enviará a otros, que entonces vendrán más confiados
y preparados. Eso te requerirá tiempo, esfuerzo y honradez. Pero si
tú no existes como tal, sino que simplemente eres un “recurso
sanitario”, un empleado de otro, que lo es de otro y de otro, te
costará mucho más servir a tus pacientes. La medicina es un bien
social, pero cuando se estructura en organizaciones sin alma, su
fundamento acaba por olvidarse. Es un drama político, económico y
humano que requiere atención urgente. Se hace tan difícil curar en
esos entornos, que la palabra ha caído en desuso en los medios
científicos y estadísticos. Es una palabra proscrita. Curar,
nuestra función básica, ha capitulado. Curar a un enfermo mental
requiere tiempo. Tiempo interno y tiempo de reloj. Ambos son bienes
escasos, especialmente el primero, que exige de una formación
humanista y filosófica que también se han desterrado.
Tú eres, o quieres ser médico psiquiatra.
Recuerda que son los escritores y los poetas los que mejor conocen al
alma humana. No te ciñas al reducido y necesario ámbito de tu
especialidad. Mira al mundo fuera de tu profesión. Aprende del buen
cine, de los buenos actores. No diagnostiques a los personajes vivos
de la ficción, porque no los alcanzarás. Sé espectador, sé
testigo de la complejidad del ser humano. Esa experiencia innata te
ayudará a ver a tu paciente tal y como es. Y recuerda que lo verás
si lo miras como puedes mirarte a ti mismo. Pero si la puerta de tu
mirada interior permanece cerrada, sólo alcanzarás a ver la
superficie de su sufrimiento y no podrás ayudarle de verdad.
"El Dr. Daniel Huertas-Portocarrero
Gómez-Morán es Licenciado en Medicina y Cirugía (Sobresaliente -
Universidad Autónoma de Barcelona - 1975), especialista en
Psiquiatría (1979), especialista en Oncología Médica (1984),
Doctor en Medicina y Cirugía - Farmacología Clínica -
(Sobresaliente Cum Laude – Universidad Autónoma de Barcelona -
1982), Máster en Bioestadística (Université de Paris 6 - 1981) y
diplomado en Medicina Tradicional China (Association Française
d´Acupuncture, 1982-85). Se formó en Barcelona y en Paris. Ha
ejercido en el Hospital de Sant Pau de Barcelona y en el Hospital
Universitari de Bellvitge de Barcelona (Médico Interno y Residente).
Ha sido Jefe Clínico del Institut Gustave Roussy (Villejuif- Paris –
Francia) y Jefe de Servicio del Hospital de Sant Llatzer de Terrassa.
En la actualidad atiende pacientes de psiquiatría
(adultos, niños y jóvenes) en su consulta privada en Jerez de la
Frontera y por videoconferencia.
Su campo de interés se extiende, en los últimos
doce años, a las aportaciones de la filosofía sapiencial, y
en especial de la filosofía profunda india, china y japonesa, a la
práctica de la psiquiatría y de la psicología. Habla y atiende
pacientes en castellano, inglés, francés, catalán e italiano."