Ha dejado de llover y
salgo a la calle como sale el caracol a pasear por los prados nada más ver
aparecer los primeros rayos del sol. Estábamos muriéndonos de frío hace unos
días, llegan un par de gotas para darnos consuelo y no sabemos hoy si hace
frío, calor a ratos, nublado o de cielos tersos y generosos. Aquí no hay quien
entienda al clima.
Y si salgo es para
despejar la cabeza, que no deja de darme vueltas y cargarme de preguntas. Y
caminando por las calles de Jerez, rescato algún que otro recuerdo que ha
traído a mi cabeza una rotunda frase de Sonia Arnaiz en una entrevista que le
hace lavozdelsur.es. Y es que
seguimos instalado en la mezquindad y en el miserable disimulo. Y Sonia lo
revela con valentía. Me produce tristeza comprobarlo. Lo vivió y lo padeció. Y
tal cual lo cuenta.
Y yo me pregunto si es
así como queremos alcanzar la competitividad, la excelencia, los primeros
puestos del informe PISA, la calidad profesional, y avanzar en un mundo donde
domina el cuento y el trampantojo; el mundo de las apariencias, de los trepas,
que ni siquiera tienen sólidas escaleras para trepar, y de tanto iletrado que
se las da de listo.
La mediocridad campa
por sus respetos y en lo que los mezquinos emplean sus fuerzas es en querer
crearle complejos al que ha estudiado, se ha sacrificado y se ha esforzado. Los
declaran “apestosos” y así nadie les hace sombra. Vuelve a mi mente la frase de
Sonia. La rememoro en mi cabeza. La acabo de leer en el digital. Recuerda sus
momentos de estudio, sus esfuerzos en busca de un trabajo y se encuentra con
una situación como ésta. Le aconsejan con la mejor intención –que es como
decirle que su esfuerzo no ha servido de nada- algo que me espanta: “No
te quiere nadie y mucha gente me decía que quitara cosas del currículum. Pero
yo, que he estado durmiendo cuatro horas en una cama llena de libros, y que
trabajaba por la mañana, comía con mis hijos y luego iba por la tarde a la
facultad, ¿voy a quitarlo con lo que me costó?”.
O sea, que tener un
buen currículo es un obstáculo, un impedimento para encontrar trabajo. Que
cuanto más ignorante y más tonto seas, mejor. ¿Y así queremos que este pueblo
avance? La envidia cochina machacando desde las esquinas oscuras de la
inutilidad, no vaya a ser que alguien nos adelante en la próxima curva y nos
quedemos con las vergüenzas al aire. Chapeau, Sonia!