Es la soledad

Esperaba a alguien recostada sobre la pared  donde se asomaba el sol, cuando se me acercó.
" Hace frío pero yo no me quedo en casa. Y no pensaba salir pero mi hermano me llamó y me dijo: baja a tomar café. Yo ya había tomado pero me dije anda mujer cómo te vas a quedar aquí...". Así del tirón todo seguido la señora de gafas me habló.

Yo le sonreía y asentía a ratos con un claro, un sí metido entre frases que venían acompañadas de breves toques en el brazo. Pum pum y me invitó. " Vivo muy cerquita a la vuelta, ahí tiene usted su casa para lo que guste. Vivo sola pero no paro, todas las mañanas salgo a pasear y me recorro medio Jerez. Todo el mundo me conoce y hablan conmigo, si quiere puede preguntar". La miro con curiosidad.

El pelo cubierto de canas lo peina tirante hacia atrás recogido en una cola larga. Sus dientes conocieron mejores tiempos, tanto como su ropa sacada de un armario sin renovar desde...ni se sabe.  Me miraba, sin apenas posar sus ojos sobre mí a través de los gruesos cristales de sus lentes, lo que  terminaba de configurarle como un pequeño ser extraño. De película con laberinto y pensiones de posguerra.

Como pude intervine;
 " tengo que irme" y eché a andar en dirección a quien llegó y aguardaba al otro lado de la calle.
 La señora bajita canosa y con gafas también caminó a mi lado. Pensé que estaría muy sola y necesitaba hablar con alguien.
Imaginando que estaría viuda por lo contado, le  pregunté si tenía hijos.  "No, y me casé dos veces, mire". Y sacó un monedero del bolsillo de su chaquetón azúl oscuro. Lo abre y pone ante mi una foto desgastada de su boda en color sepia. "Aquí con mi primer marido, al año se me murió. Luego me casé con su hermano y me duro 9 meses".
 Vaya mala suerte, lo siento. Y empecé mi huida sin que pudiera molestarle. ¡Qué guapa en su boda y qué historia tiene detrás, cuidese!.
" Si hija, yo soy de fuera pero me vine a Jerez para estar cerca de mi hermano". Lo confesaba con alegría, conforme con su destino.
Hasta ahí llegué en su vida. Me despedí no sin antes preguntar el nombre, ya que estamos.. Rosa para servirle.
 Y se alejó con paso rápido abrazándose a su chaquetón azúl oscuro. Buscando a quien hablar y despistar un poco a la soledad.