Para hacer más liviana esta
cuesta de enero que parece la subida a los lagos de Enol, en Asturias, he
vuelto al tabanco, cosa que no hacía desde que comenzaron los trajines
navideños que lo invaden todo y poner “punto final” al año 2016. La gente se
está recuperando de los atascos festivos y sólo estamos Antonio y yo en el
tabanco. Y Antonio, que siempre me surte de opiniones sabias, de las que el
pueblo rumia, harto ya de tanta palabrería de los que mandan (o quieren
mandar), y de tanto mareo de perdiz para llegar a poco, me salta de repente:
“Hombre, tú que eres periodista, y que entiendes de letras, aprovecha que enero
no da para mucho y a ver si, de una vez por todas, escribes veinte veces en tu
artículo “punto final” y no “punto y final”, como tus colegas de la tele. Y a
ver si dejan ya de machacar la lengua y no nos contagian más ese maltrato del
idioma que va a terminar por hacer que todos hablemos como los “indios”, que ya
tenemos bastante con lo que tenemos”. Me deja sorprendido, pero por si acaso y,
en previsión de que no me eche la bronca en mi próxima visita al tabanco, no
voy a escribir veinte veces la expresión “punto final” sino catorce, que ya me
parecen suficientes. Y es que el punto [y] final está de moda (que ya podía
estarlo la lengua, la literatura y el bien hablar) y no hay manera de que lo
destierren de la tele y de muchos medios; y se enteren de una vez por todas que
es “punto final”, así, “punto final”, sin la “y”. Pues hasta se puede ahorrar
una letra para beneficio de la ley del mínimo esfuerzo tan extendida. “Ya hemos
conseguido que en vez de decir el “veintiún” aniversario –me dice- se comience
a corregir la plana con lo de “vigésimo primero” y que en vez del “diez”
congreso de tal o cual materia, algunos ya opten por el “décimo”. A ver si
conseguimos algo con esta “y griega” que se cuela de rondón donde no debe”. Es
decir, entre las dos palabras que componen el “punto final”. “A ver si dicen
“punto final” y no lo confunden con el punto y seguido que allí la “y” tiene su
sentido.
Yo, sin demasiada
esperanza, pero por echar una mano a este aficionado lingüista del tabanco, me
decido a escribir las cosas como son –“punto final”- y con la esperanza de que
pronto eche a andar el año con todos sus avíos, tengamos más noticias que
comentar, se espabile la actualidad y podamos arrancar con nuevos bríos este
año que acaba de empezar, pongo “punto final” a esta columna, como puse “punto
final” al año pasado, y espero nuevas páginas para estar con ustedes en esta
tabanquera página que se cuela, como siempre, en este manojo de buenas ideas y
mejores proyectos para nuestro Jerez y nuestra Andalucía, que poniendo “punto
final” a caminos viejos y gastados, pone rumbo a nuevas perspectivas. “Punto
final”. Y, “burla burlando”, como en el clásico soneto, siguiendo a Lope de Vega en el “contad si son
catorce, y está hecho”, diré que son catorce “punto final” y ya está hecho.