Recetas para engordar

19/12/16 +Jerez Juan Félix Bellido
Impropio de este tiempo sería publicar recetas para engordar. Todos buscan lo contrario. Sin embargo, la estética cambia según la época. Nadie puede hoy imaginar que siglos atrás, se publicaban recetas para que las mujeres engordasen. Estar obeso era signo de prosperidad. Y las mujeres gruesas eran más apreciadas. Una amiga que oyó mi ponencia de hace unos años en un Congreso Internacional y que titulaba: “El cuerpo de la mujer en la literatura andalusí”, y que está publicada en el libro “Sin carne: representaciones y simulacros del cuerpo femenino” (Arcibel Editores, Sevilla 2004), me pide que publique, por lo original de la propuesta, una receta de la época para engordar, dirigida a las mujeres que querían hacerlo y que yo mencionaba en dicho texto. Era fruto de un trabajo de búsqueda en los textos que me ofrecían las fuentes de la época. No era un trabajo de dietética, sino de historia y literatura. Exponía que las fuentes nos revelan lo que se valoraba entonces en el cuerpo de la mujer. Hermosos textos y, también,  absurdas  barbaridades de la historia que no conviene olvidar, para no repetirlas. Había claves que yo en aquella ponencia daba, de la vida social de entonces. Constataba que “entre los defectos que condicionaban la adquisición o rechazo de una esclava tenemos el de no ostentar una dentadura perfecta, el tener un cabello escaso o canoso, o el poseer piernas delgadas y caderas estrechas. Sin embargo, son condiciones valoradas la dentadura perfecta, el cabello abundante y la figura opulenta. Tengamos en cuenta que el arquetipo de belleza distaba mucho del que hoy tenemos. Para Manuela Marín, “incluía cuatro cosas amplias (la frente, los ojos, el pecho y las caderas) y cuatro cosas grandes (la estatura, los hombros, la caja torácica y el trasero)” (MARÍN, 2000: 182). Incluso se crean –con las controversias que después acarreará- recetas para engordar. Y al parecer esto  va a generalizarse y hasta a convertirse en signo de prosperidad y distinción, cosa que condenarán los moralistas y que les hará llegar a decir que las mujeres excesivamente gordas irán al infierno. De todas formas se conservan recetas como la del Kitâb al-Tabîj: “Se toma trigo molido y cocido, arroz, garbanzos y especias descascarilladas y lavadas, de cada cosa un puñado. Se pone en una olla, se cubre con agua y se cuece hasta que está tierno. Se rectifica de sal.  Tiene que quedar fino como el hasa (se trata de una sopa pastosa). Después se le añade mantequilla fresca, grasa de riñones y caldo de carne graso y se espesa. Aumenta la fuerza muchísimo” (KITÂB AL-TABÎJ, 1965/1966).”. Este bombazo calórico quedó escrito y aquí está como testimonio histórico. La conclusión es la misma que hoy podríamos dar de cualquier receta para adelgazar. Desgraciadamente se crea una moda, se la sublima, se la eleva a absoluto, y al final todos caemos en la trampa. En el fondo no es más que un reflejo de la instrumentalización histórica del cuerpo femenino, desde patrones patriarcales. El mismo perro con distinto collar. Tuvieron entonces que salir al paso ciertos ulemas asustando a las personas con el infierno para evitar excesos, porque aquel ejercicio de obesidad les estaba quitando la vida. Hoy nos sucede con la multiplicación de casos de anorexia, precisamente por lo contrario. Criterios de salud y no de imagen deben ser los que marquen la pauta. Y la mujer, dueña de su propio cuerpo, orgullosa por lo que es y no por lo que aparenta, sabedora de que no puede ser instrumento, sino sujeto activo de su vida. Que lo que hoy vale por grueso, mañana valdrá por delgado, que lo que ayer se valoraba por su piel blanca, hoy se valora por su moreno, que nos hace arriesgar nuestra salud por la excesiva exposición solar. Ayuda poco todo esto a la auténtica valoración de la dignidad de las personas. Una conquista que, aunque resulte difícil, está por hacer en muchos campos. Bucear por las fuentes históricas, nos ayuda a ir más allá de la publicidad que ofrece la coyuntura de la moda, que ni es ingenua, ni es desinteresada. Tampoco lo era en la época andalusí, en donde el prestigio de los hombres estaba, también en “lucir” una mujer sobrealimentada. Tomar nota es de sabios.
Advertisement

Xerezmania Producciones S.L. ha sido beneficiaria del Fondo Europeo de Desarrollo Regional cuyo Objetivo es mejorar el uso y la calidad de las tecnologías de la información y de las comunicaciones y el acceso a las mismas y gracias al que ha implementado: Desarrollo de app móvil para la mejora de competitividad y productividad de la empresa. Esta acción ha tenido lugar durante 2018. Para ello ha contado con el apoyo del programa TICCámaras de la Cámara de Comercio de Jerez