Mojarse

España está de lluvias y me viene a la mente un artículo que escribí hace 15 años. Lo escribí en una revista nacional, y llevaba este título. Leyéndolo hoy, con la perspectiva del tiempo pasado me resulta aún actual. Decía así:  «Si nos quedamos en la primera definición que nos regala el Diccionario de la Real Academia tendríamos que decir que mojarse es “humedecer una cosa con agua u otro líquido”. Pero si tenemos la paciencia de llegar hasta la sexta, encontramos esto otro: “comprometerse con una opción clara en un asunto conflictivo”. Lo cual podrá llevar a deducir hoy esto: mojarse es tener el coraje de abrir la ventana y, una vez abierta, hacer dos cosas: dejarse inundar de sol y mirar hacia fuera. No esconderse detrás de los postigos e ignorar el ruido de la calle. Llamar a las cosas por su nombre y no amilanarse si éste resulta altisonante. Mojarse significa, entonces,  no abandonarse a la pereza, la desgana el miedo o a esa falsa prudencia que paraliza los músculos y entumece las ideas.  Mojarse significa contrastar lo percibido con las propias opciones y sacar consecuencias. Significa no ser presa del pánico ni bajar la guardia si éstas no coinciden con las líneas oficiales de la cultura dominante que te tachan de antediluviano si no las compartes, ni con las razones comunes de la mayoría de los vecinos que han decidido nadar y guardar la ropa. Y, cueste lo que cueste, bajar a la arena para poner en juego la propia existencia. Mojarse es, también, reconocer los propios errores y saberse limitado y admitir las verdades del otro aunque difieran de las propias, y si estamos convencidos de que cuatro ojos ven más que dos, no conformarse con observarlo todo y decidirlo todo desde el propio e individual punto de vista. Y, si estamos convencidos de que todo hombre y mujer… todo –tenga la etiqueta que tenga- tiene un valor infinito, no actuar después poniéndole una vela a Dios y otra al diablo». Ni que decir tiene que estas inocentes líneas fueron las últimas que me dejaron publicar en la revista de marras. Hoy, en una época de tanto paraguas, resulta igualmente difícil mojarse pero igual de fundamental.