Señores
pensionistas, no es por asustar pero, si pueden, en diciembre, hagan acopio de
turrón y polvorones, y guárdenlo, que para el año que viene no tendremos ni
para comprar pipas. Me miran con cara de asco pero los parroquianos que habitan
esta mañana el tabanco –mayores todos de 65 años- pasan de la sorpresa al
susto, y es que ya se temen que con el aumento del coste de la vida y la falta
de ajuste a éste de sus pensiones, no van a tener ni para el turrón de este
año. Y es que ellos no se han dedicado a
robar, a vivir del cuento, y a esconder sus rentas más allá de nuestras
fronteras. Ellos forman parte de los 9.353.988
jubilados que hay ahora mismo en España. Y naturalmente debe habérseles quedado
cara de tonto cuando han recibido la noticia de que en diciembre de 2017, nos habremos
comido la llamada “hucha de las pensiones”. Así, como suena. Por arte de
birlibirloque, es decir por obra y gracia de nuestros gobernantes, se ha ido
desvalijando esta reserva para tapar agujeros que, desde luego, no habíamos
abierto los pensionistas. La corrupción nos cuesta a los españoles 87.000
millones de euros al año. Algunos analistas cifran el "Caso Malaya, en 2.000 millones
de euros, el caso de los ERE, en 1.200 millones de euros y la familia Pujol,
cerca de 3.000 millones de euros". Y mientras, los nueve millones y pico
de jubilados a verlas venir y, como decía mi amigo el tabanquero “Virgencita,
que me quede como estoy”.
Pues habrá que ir
pensando a dónde queremos que vayan esos 9.353.988 votos, que no son moco de
pavo. Porque no nos vamos a pensar que con nuestro consentimiento se van a
subir los sueldos, se van a blindar su jubilación, van a trapichear canonjías
rentables… Y todo a costa de recortar y recortar de los más débiles. ¡Que se
recorten ellos! Que nosotros tenemos que ayudar incluso a nuestros hijos en
paro. Que no estamos para bromas.
Que para volver a llenar
la hucha de las pensiones, por poner un ejemplo, al nivel de lo que tenía en
2013 (53 millones y pico de euros), podemos darle unas vacaciones permanentes a
los senadores que nos cuestan 52.523.280 euros para que dejen de estar
calentando escaño o suprimir, por el módico ajuste de 600 millones de euros,
las diputaciones provinciales. “Pero, entonces, - me replica el tabanquero-
dónde van a colocar a los suyos los partidos políticos”. Y es que no dejo de
ser simplón y nunca aprendo. Se me queda cara de tonto y me voy a comprar el
turrón –que ya está puesto en las grandes superficies- para guardar algunas
tabletas para el año que viene, por si estos magos de la política no me
arreglan el tema para el año que viene.