''Una ciudad amurallada'' por Manuel Monge

Una ciudad que derrumba sus propias murallas, aquellas que a lo largo de los siglos medievales salvaron al antiguo Jerez y a sus pobladores del peligro del otro lado de la frontera, es una ciudad que tarde o temprano será expugnada sin posibilidad de defensa. Hoy los cimientos de aquellas murallas están temblando por aquellos que quieren adueñarse de su tradición y de jugar con su propia historia: los que bajo la bandera de la libertad siguen empeñados en taladrar los muros de esta ciudad que, sin alma, ya no sabe luchar por lo que le pertenece. Unas murallas que asisten inertes e impasibles día tras día al bochornoso espectáculo que desde el Consistorio nos ofrecen aquellos que se camuflan en una piel de cordero para atacar nuestra propia tradición y nuestra fe, la fe de una ciudad que permanece intacta durante casi ocho siglos y de la que, nuestras viejas murallas, son privilegiados testigos.

Atacar a un icono de nuestra ciudad como es nuestra excelsa Patrona no es más que jugar a estar por encima del bien y del mal. No querer que los jerezanos vivan el día de nuestra Madre con júbilo y fiesta es atacar a nuestra bandera más alta y ondeante, a nuestra muralla más férrea e indestructible. La señora alcaldesa y su equipo de gobierno pretenden, bajo una presunta defensa de las libertades, quitarnos la nuestra. La señora alcaldesa y su equipo de gobierno pretenden derribar nuestras murallas, pero éstas, perviven en el alma de nuestra ciudad y laten de forma asíncrona para seguir oxigenando el corazón de nuestra tradición y de nuestros sentimientos.

Ahora usted, señora alcaldesa, vivirá dos años vanagloriándose en Madrid cuando en el gobierno central de su partido cuente que ha conseguido derribar un trocito de muralla a los jerezanos, pues atacar a nuestra Patrona no es sólo ofender a los jerezanos católicos si no al conjunto de toda una ciudad. Pues bien, disfrute de estos dos años que le quedan porque su gloria es efímera. Algún día su muralla de piedra arenisca, caduca e irreparable, se derrumbará sin más remedio, mientras que nuestras murallas, que cuentan con el torreón más fuerte posible, la Virgen de la Merced, permanecerán a través del tiempo y de la historia.

Manuel Monje Virues de Segovia. Hermano Mayor de la Hdad. del Transporte