40 años desde el último curso en Los Marianistas de Porvera

20/04/16 +Jerez Juan Ignacio López

Cada vez es menos frecuente localizar centros educativos en el casco histórico de Jerez. Hace cuatro décadas, los edificios ya solían presentar un estado preocupante y, por entonces, no era frecuente conservar, restaurar o rehabilitar. Lo viejo, se tiraba y se hacía algo nuevo. Pero no fue el caso de lo que Marianistas veteranos llamaban el caserón de la Porvera. Tras un golpe de años cerrado, la ONCE lo revitalizó.

Cada vez que paso, bien en coche o caminando, por la calle Porvera no puedo evitar mirar el edificio que en su día fue mi colegio. Mi mirada se va hacia su fachada, como si los ojos estuvieran programados para fijar la atención en su fisonomía.

Hoy he entrado de nuevo. He subido los pocos peldaños de su entrada principal y avanzado unos pasos. Me dirigía al interior cuando una voz me ha saludado desde una ventana que han abierto desde lo que fuera el despacho de Don Tomás, marianista director en mi época. El conserje me ha atendido amablemente e invitado a pasar al que quienes fuimos alumnos de este centro llamábamos ‘primer patio’. Con un discreto giro de cabeza a la derecha he buscado a Don Jaime, en su puerta, la de administración y librería. Con el mismo sigilo y sin querer parecer un tío raro, la mirada se me ha ido hacia la izquierda, donde en su día estuviera la portería, con Rosario y luego Carmen. Dos mujeres, de las que sólo puedo recordar que eran más buenas que el pan.


Una palmada en el hombro me ha devuelto a la realidad, a 2016. Es el actual director de la ONCE en Jerez, con quien había quedado para hablar de este artículo. Juntos, subimos la misma escalera por la que subían y bajaban la comunidad de marianistas profesores que allí vivían hace más de cuarenta años. Subimos a la primera planta, y observo los detalles. Los ventanales de madera blanca que existieron en su día, tuvieron que ser sustituidos por carpintería metálica, pero respetando las formas y color originales. Era imprescindible al reparar el estado casi ruinoso en que se encontraba el edificio cuando lo adquirió la ONCE.

Manuel González Fustegueras era delegado municipal de Urbanismo cuando se colocó la ‘primera piedra’ de la intensa rehabilitación del ‘caserón’. Hay que recordar que el Colegio San Juan Bautista, que así se llamaba el centro, tenía entre sus instalaciones desde columpios, fuentes, comedor, o pistas deportivas en el mismo patio, hasta un salón de actos donde proyectaban cine. De hecho el Cine Club Popular de Jerez consiguió proyectar algunas cintas en la pantalla colegial, como ‘Toma el dinero y corre’ de Woody Allen. Aunque yo personalmente recuerdo otras dos películas como ‘El Cristo del Océano’ o ‘Pasto de fieras’.



La obra de reacondicionamiento, saneamiento y rehabilitación del edificio no fue cosa de dos días, pero mereció la pena. Conservaron lo que buenamente pudieron, aunque las ubicaciones cambiaron. Lo que en su día fuera la capilla es hoy el salón de actos, con puertas y ventanas dando a Gaitán, y cada clase ha sido agrupada con otra de las dependencias cercanas y redistribuidas.

El patio asistió al levantamiento en su lugar de un edificio de nueva estructura. Complementaría al de toda la vida, conservando éste distribución, pasillos, patios, puertas y ventanas en el estilo original.

Me he colado en el segundo patio y, otra vez, me han embargado los recuerdos: abajo mi clase de parvulitos, junto al cuarto de baño. Pero tampoco he visto a la señorita Magdalena, ni a la señorita Loli. Tampoco me he cruzado con Don Daniel, asomado en la baranda del primer piso, con su bata blanca.


He avanzado y, serpenteando por los pasillos, he llegado al patio de la gruta, al de la fuente de las ranas. Colocaron una de nueva construcción como recuerdo a la que conociéramos en su día. En ese preciso instante, un fuerte rayo de sol se ha colado por este patio y me ha transportado a mis clases de tercero, con la señorita María Jesús, y a la de cuarto, con don Francisco, un joven y barbudo profesor que nos ponía Mozart para hacer tareas en clase.

Como en un trailer de cine, he visto encestar sin saltar a Don José María Carpintero, jugando enfundado en su bata blanca, rodeado de chavales intentando arrebatarle el balón, ante la mirada atenta de un sonriente de Don Elías, vistiendo traje gris. Y cuando más metido estaba en mi flash-back ¡suena la campana! Qué iluso… no era la que tocaban en el patio, para entrar a clase. Era mi móvil, indicándome que en media hora debía estar en otro sitio, así que me despido y me marcho. Lo hago sonriente, sólo que en la puerta de lo que fuera mi colegio, no me espera mi madre para recogerme y darme un bocadillo, ni mi padre con el 600…

 



Este 2016 se cumplen 40 años desde que hiciéramos el último 5º de EGB en el carismático colegio. Hubo que hacer mudanza al nuevo ante el peligro de desprendimiento de cascotes. En los años siguientes, la Hermandad de La Vera Cruz, realizó varias veces su salida procesional desde la puerta del colegio lateral, por calle Gaitán. Finalmente, el edificio fue cerrado hasta su adquisición por parte de la ONCE a principios de los años 90, devolviéndole esplendor y utilidad. 

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