<p>El ataifor califal con motivo de ciervo</p>

Aunque posee unos rasgos diferenciadores muy claros, la cerámica verde y manganeso es el resultado de la evolución de las cerámicas polícromas sobre fondo blanco que se producen en Oriente Próximo y el Norte de África, siguiendo técnicas y estilos llegados desde China.

Se caracteriza por presentar al menos una cara (interior o exterior, dependiendo de la forma) cubierta por un vedrío blanco, sobre el que se dispone la decoración con óxidos de cobre (verde) y de manganeso (negro-morado).

En su inmensa mayoría, esta vajilla se compone de ataifores o grandes platos que servían para el consumo colectivo de alimentos, aunque se producen una gran variedad de objetos con esta decoración, desde copas, jarras y platos individuales hasta botes de farmacia, tinteros o recipientes zoomorfos. En cuanto a su decoración, resulta de una riqueza y variedad enormes, si bien los temas, composiciones y motivos dotan a esta cerámica verde y manganeso de una elevada homogeneidad. De los primeros, los más abundantes, con diferencia, son los vegetales, aunque existen también decoraciones geométricas, epigráficas, zoomorfas -como el excelente ejemplar que nos trae hoy aquí-, e incluso antropomorfas, las menos comunes de todas.

La decoración se suele estructurar de diversas formas en el interior de la superficie decorada, destacando los motivos centrales dentro de las formas abiertas y las bandas decorativas o cenefas sobre las cerradas.

Respecto a los motivos, se puede mencionar, a modo de ejemplo, la aparición de la inscripción 'al-Mulk' (El poder), con claro carácter legitimador, o el uso de la palmeta, que se repite por doquier en atauriques, marfiles y objetos de plata.

La cerámica verde y manganeso cumplía diversas funciones, desde la más evidente de ser la vajilla "oficial" de mesa de los altos funcionarios de la administración califal, hasta objeto de prestigio con el que agasajar a personajes relevantes como los príncipes norteafricanos que llegaban a la corte cordobesa y a los que se colmaba de regalos, entre los que aparece esta cerámica.

Igualmente, se ha propuesto que formaba parte de la dotación oficial de los gobernadores enviados a provincias, de manera que, al llevarla consigo, transportaban también un importante medio de propaganda de la autoridad califal.

En cualquier caso, esta vajilla, que puede suponer el 10 por ciento del registro cerámico total de Madinat al-Zahra, se convirtió en la más característica del califato y la primera producción que se extendió, por razón de su prestigio, a todo al-Andalus, desde Jerez hasta Huesca o Soria y desde la zona de Portugal a Mallorca.

Ya en el siglo X se produjeron imitaciones más o menos cercanas a las cerámicas oficiales en diversos puntos de la geografía andalusí, como en Murcia, Toledo, Sevilla… Sin embargo, será en el periodo de taifas, con su enorme crecimiento urbanístico y la competencia entre algunas dinastías por mostrar su vinculación con el prestigioso pasado omeya, cuando esta cerámica alcance hasta el más remoto rincón del mundo rural de al-Andalus.

DESCRIPCIÓN

Anverso con decoración en verde y manganeso sobre blanco. Reverso vedrío melado-amarillento. Base plana.

De este ataifor destaca el gran realismo del motivo central, realizado con maestría y elegancia, consistente en un ciervo de perfil que lleva una rama en la boca. El borde está decorado con semicírculos secantes con relleno alternativo en verde y negro.

Dimensiones

Diámetro: 29 cm. Altura: 7,3 cm. Diámetro de base: 18 cm.

Cronología

Hispano-musulmán. Califato Omeya. Siglo X.

Procedencia

Plaza Belén. Jerez de la Frontera. Cádiz. Intervención arqueológica 2004-2005. Director: Domingo Martín Mochales.