Hoy es Jueves Santo: Fraternidad y Esperanza

Una parte de la Humanidad mastica odios entre miradas y alabanzas. Recemos hoy por ellos para que el cielo se apiade de sus almas.

Por la tarde apóstese bajo alguna sombra de la calle Chancilleria evitando así el deslumbramiento que lleva consigo la Hermandad de la Vera Cruz; al Señor de la Redención no le suelte la mano cuando éste riegue de fe el Hospital de San Juan Grande; y redimamos nuestros pecados -propios y ajenos- en torno a la lanza de Longinos por la zona de Carpintería. En la calle Tornería aférrese al cáliz que confortará el devenir de sus latidos y piérdase por las manos, el cuello, la mirada,… de la Virgen del Mayor Dolor. Da igual el sitio escogido.

Por la noche rebusque en el interior de sus silencios y rece, sin más, sin prisas. La jornada se lo ofrece en bandeja.

En San Miguel con el Santísimo Crucifijo de la Salud, entre un revuelo de cámaras y heridas; en el Convento de San Francisco, donde una desapercibida Esperanza va tejiendo de llagas el Vía Crucis del Hijo de Dios; y por la zona de Santiago cuando el sol se va despojando de las sábanas de la luna. Es en ese momento cuando la muerte se dulcifica bajo el eco de las saetas. Y por la mañana, después de recrearse viendo una estampa del pasado con la Hermandad de Jesús, vaya al encuentro de la Esperanza por la calle Sol. Esa llama nunca se apaga aunque el temporal de las preocupaciones, de los fracasos o de las desilusiones rebose el vaso de nuestra paciencia.

Jueves Santo, día del Amor fraterno. Pongamos nuestro corazón al servicio del que lo necesite.