Impugnado el cabildo de elecciones en La Viga

El futuro más inmediato de la hermandad del Cristo de la Viga sigue en el aire por la impugnación que se ha elevado del cabildo electoral celebrado a primeros de mes.

Estos comicios deben poner punto y final a la gestora que gobierna la cofradía desde que así lo ordenó el obispado, que la instauró con el objetivo de enderezar el rumbo de una cofradía sumergida en una severa crisis desde hace algunos años. Bertemati zanjó la delicada situación destituyendo a la junta que la gobernaba y creando una gestora, que, en teoría, tenía como misión calmar las aguas en la hermandad.

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Por lo pronto, el desarrollo del cabildo electoral, el pasado día 5 de este mes, no fue precisamente una balsa de aceite. La tensión vivida en el capítulo, celebrado en el colegio del Beaterio, no estuvo en el tono de serenidad que se supone debería haber alcanzado, a estas alturas, la corporación del Lunes Santo.

El obispado tiene ahora en sus manos una impugnación presentada por uno de los dos candidatos, recurso que dirimirá en un breve plazo de tiempo y con el que los recurrentes tratan de invalidar la elección por defectos en el censo de hermanos con derecho a votar e incluso aludiendo a algún tipo de vicio en el transcurso de la votación en el cabildo. El vicario tiene ya en su mesa el expediente a la espera de cerrarlo con dos posibilidades, dando como buena las elecciones llevadas a cabo o mandando repetir las mismas.

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Entre tanto, el candidato elegido, por una diferencia de medio centenar de votos, es José de la Herrán Incierte, apellidos muy conocidos en el ámbito eclesiástico local por ser hermano del recordado y fallecido sacerdote Pedro de la Herrán. Es un veterano cofrade perteneciente a la vieja escuela del Cristo de la Viga, con experiencia en anteriores juntas de gobierno. José Manuel Garrido de la Rosa es el segundo candidato que optó al cargo de hermano mayor.

De ser validado el cabildo electoral, el comisario Francisco Gil habrá cerrado el periodo que se comprometió a gobernar la hermandad, mediante una gestora, después de haber sido suspendida por el obispado la junta de gobierno, que lideraba como hermano mayor José Antonio Valenzuela.

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Pese a que mantiene un prudente silencio hasta que no se resuelva el recurso y se certifique positivamente la elección, Gil no oculta su cansancio por el trabajo llevado a cabo en circunstancias nada amables, mandato que cerrará con el recuerdo de un cabildo que muchos de los presentes en el mismo prefieren olvidar.

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