"Efímera memoria" por Bernardo Palomo

El pasado once de marzo, la Real Academia de San Dionisio de Artes, Ciencias y Letras celebró una sesión necrológica en memoria del querido Francisco Bazán Franco, fallecido hacía unos meses. Paco Bazán era un padre y esposo ejemplar, un hombre comprometido con la Iglesia, cofrade de los mejores, un artista laureado y reconocido unánimemente por su trabajo de Restauración, ilustre académico y miembro del Centro de Estudios Jerezanos.

Publicidad

Paco, además, era conocido por todos por ser un gran hombre, un ser como quedan pocos; entregado a los demás y sabiendo llevar con la más absoluta entereza las duras pruebas que la vida le puso en su camino. En definitiva, un hombre para servirnos de referencia. Cuando Paco murió, todo Jerez lamentó tan prematura y dolorosa pérdida. Muchos lloraron su partida, el mundo de las cofradías sobre todo. Paco Bazán en su calidad de cofrade - fue Hermano Mayor de las Tres Caídas hasta el día que el Jesús Caído se lo llevó hasta sus plantas - y por haber puesto su solvencia profesional y sus conocimientos al servicio de las hermandades, era admirado y querido por todos los sectores de nuestras corporaciones nazarenas. Han pasado sólo unos meses de aquel triste junio, fecha de su definitiva partida.

Publicidad

La Academia de San Dionisio, de la que era número correspondiente, le ha rendido público homenaje en el que se han resaltado todos sus infinitos valores. Sin embargo, muchos de aquellos a los que se les rompía el alma llorando su pérdida han faltado a la cita. Muchísimos cofrades que se consideraban, públicamente y a voz en grito, amigos y hermanos de Paco Bazán no han encontrado hueco en sus importantísimas agendas para estar en el recuerdo del que decían su hermano y amigo.

Publicidad

Los rectores máximos del Consejo - algunos hermanos ilustres de corporación - dejaron vacío el sitio. Otros, los que tanto tenían que agradecer a Paco por el trabajo realizado en sus hermandades, también, hicieron notoria su ausencia. Probablemente todos tenían prisa por llegar temprano al templo.

Publicidad