La Zaranda clausura la temporada con ‘El régimen del pienso’

La Zaranda clausura la temporada del madrileño Teatro María Guerrero, sede del Centro Dramático Nacional (CDN), con el estreno en la capital de España de su último espectáculo ‘El régimen del pienso’, que se representará entre el próximo martes 18 hasta el 7 de julio. Esta coproducción con el Festival Temporada Alta de Cataluña, estrenada el pasado 3 de noviembre en Gerona, ya ha recorrido numerosos puntos de la geografía nacional e internacional. La compañía teatral jerezana, Premio Nacional de Teatro en 2010 y que celebra durante este año su 35 aniversario sobre los escenarios, plantea en su último espectáculo una necropsia de la sociedad contemporánea a partir de la epidemia desatada en una granja porcina y cómo el descenso acuciante de la rentabilidad de las instalaciones va afectando a sus trabajadores. “Los cerdos sacrificados y las bajas laborales corren paralelas, con lo que los destinos del hombre y del cerdo se acaban confundiendo en una autopsia social que nos lleva a establecer un simulacro de vida”, según detalla el autor de la dramaturgia, Eusebio Calonge, quien ha firmado el que probablemente sea hasta la fecha, como así ha afirmado la crítica, el texto más social y actual de un grupo teatral que, no obstante, mantiene intacta la trascendencia poética que atesoran sus trabajos.

“Más allá de lo que nosotros podemos decir con palabras está lo que el lenguaje verdaderamente teatral es capaz de comunicar a través de símbolos y objetos”, ha declarado recientemente Paco de la Zaranda, director de la compañía, el cual espera a cada nueva representación que “cada espectador reciba una ráfaga de ideas que él mismo va a componer y, consecuentemente, se vaya bastante tocado por lo que allí ha presenciado; queremos que nuestro trabajo viaje de nuestro silencio interior en el que nace al silencio interior del que está en el patio de butacas. Queremos llegar a esa comunión”. En ‘El régimen del pienso’, La Zaranda vuelve al empleo de los elementos tragicómicos para dibujar un relato descarnado de la sociedad actual, del hombre como mero mecanismo de producción, y que invita a la reflexión sobre un mundo como simple y llano simulacro. Una obra dramatúrgicamente compleja que representa un gran paso adelante en la trayectoria poética y conceptual de la compañía. A los actores habituales del grupo, Gaspar Campuzano, Francisco Sánchez y Luis Enrique Bustos, se une el vallisoletano Javier Semprún como parte de un comprometido montaje que es una parábola de la vida rutinaria, vacía, del hombre actual pero también de su codicia y descomposición.

Una vez concluida la temporada en el Teatro María Guerrero, el calendario estival de La Zaranda, Teatro Inestable de Andalucía la Baja, llevará a la compañía hasta el Festival Internacional de Rivadavia y, ya en agosto, al Teatro Nacional Cervantes de Buenos Aires (Argentina) y al Vasey Theatre de Philadelphia (Pensilvania). Antes, el próximo 1 de julio, el grupo teatral recibirá en Barcelona el Premio FAD de Honor de Cataluña en reconocimiento a su trayectoria artística. Un galardón, Premio de Honor Sebastià Gasch 2013, que concede esta prestigiosa asociación de Fomento de las Artes y del Diseño, y que en anteriores ediciones recibieron artistas y compañías teatrales como Concha Velasco, Miguel Gila, Comediants, Tricicle, La Fura, Vicente Escudero, entre otros. Han transcurrido 35 años desde que La Zaranda emprendiera su andadura teatral, realizando una intensa labor creativa que le ha valido un gran prestigio internacional. Su trayectoria tiene como constantes teatrales: el compromiso existencial y el partir de sus raíces tradicionales para revelar una simbología universal; como recursos dramáticos: la búsqueda de una poética trascendente sin perder la cotidianidad, el uso simbólico de los objetos, la expresividad visual, la encarnación de textos en situaciones puramente teatrales y la plasmación de personajes vivos; y como método de trabajo, un riguroso proceso de creación en comunidad. La Zaranda, como cernidor que preserva lo esencial y desecha lo inservible, desarrolla una poética teatral que lejos de fórmulas estereotipadas o efímeras, se ha consolidado en un lenguaje propio, que siempre intenta evocar a la memoria e invitar a la reflexión. Son incontables los festivales recorridos en más de treinta países en tres continentes, siendo premiados por la crítica en Madrid, Buenos Aires o Nueva York, entre otras ciudades.